El verano llega a Europa y los viejos socios compiten por la llegada de turistas

Dia uno
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El verano asoma en el horizonte europeo y los gobiernos sienten la presión del sector turístico, puntal de muchas economías del viejo continente, que apura fechas para abrir las fronteras, compite por los turistas del norte del continente, y hace alquimias -corredores verdes y aéreos, entre otras- para no perder la temporada.

La Unión Europea, consciente de esta situación, puso el 15 de junio como posible fecha inicial para reabrir sus fronteras pero la carrera para arrancar la locomotora del turismo comenzará mucho antes en varios de sus miembros,

«Ir más rápido no significa ser los primeros», dijo la ministra de Industria, Comercio y Turismo de España, Reyes Maroto, en una entrevista con la agencia Efe, e insistió en el concepto de «destinos seguros», tanto para el visitante como para el residente.

Lejos de compartir esa primera afirmación, Grecia, país donde el turismo contribuye con más de 10% del PBI, picó en punta y tres semanas antes de esa probable apertura dispuesta por el organismo madre del continente, dio luz verde a los transbordadores regulares a sus islas e inició la temporada estival.

También Italia -donde el turismo supone el 13 % del PBI- anunció la reapertura de sus fronteras para el 3 de junio próximo a los países de la Unión Europea y del Espacio Schengen, e igual medida tomó la pequeña Andorra.

Todavía más lejos llegaron países como Croacia, que ya reabrió sin limitaciones sus fronteras con diez países de Europa central y del este para facilitar la llegada de turistas, anunció el jueves en Zagreb el primer ministro croata, Andrej Plenkovic.

«Nos abrimos al turismo, y la decisión se refiere a Eslovenia, Hungría, Austria, República Checa, Eslovaquia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Alemania», una lista de países que se prevé ampliar paulatinamente en el futuro cercano, precisó Plenkovic en declaraciones televisadas.

«Los ciudadanos de estos países entran en adelante como antes de la pandemia del coronavirus», indicó por su parte el ministro del Interior, Davor Bozinovic.

Desde la Organización Mundial de Turismo (OMT) se pidió a mediados de semana «una mejor coordinación en la reapertura de las fronteras», y recomendó «abrir las fronteras exteriores al espacio Schengen».

España, país que ocupa el segundo lugar en el mundo en la llegada de turistas internacionales después de Francia, insiste en reabrir sus fronteras el 1 de julio, más allá de la fecha posible precisada por la Unión Europea.

Esta decisión es criticada por el sector turístico, que ya logró que se levantara la medida de poner una cuarentena de 14 días a los turistas que arribarán a la península, porque según la consultora Bernstein, sería el país «más perjudicado» por la pandemia.

El turismo en España representa casi un 14,6% del PBI, aporta alrededor de 180.000 millones de euros anuales y 2,8 millones de empleos.

Con empresas aéreas quebradas o al borde de la quiebra, un sector al límite de sus posibilidades, estados endeudados y una desocupación en aumento, la reapertura del turismo resulta una cuestión crucial para el continente europeo, por lo que se barajan una serie de ideas para asegurar el flujo de turistas.

Así, ya se están planteando diferentes alternativas como el crear un corredor para garantizar la llegada de turistas alemanes que tendría a Baleares y Canarias como eje español, dos destinos que compiten con Grecia, Chipre o Malta por el turismo germano.

Justamente Alemania ya puso en marcha su corredor por carretera con Austria y podría hacer extensible a sus otras fronteras (Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Suiza, Chequia y Polonia) para toda la temporada estival.

Otra de las propuestas, reproducida por el Centro de Políticas Económicas de Esade, es la de permitir la movilidad de personas entre «zonas verdes» de diferentes países europeos a través de una red de regiones certificada por las instituciones comunitarias.

Bien articulada y con las suficientes garantías, esta propuesta podría salvar la temporada turística de verano en el sur de Europa, mitigando así los enormes costes económicos que el cierre al turismo internacional podría ocasionar para estos países, se destacó en el estudio.

Lejos parecen haber quedado la llamada turismofobia y los grupos radicalizados contrarios a la llegada de visitantes extranjeros, que han desaparecido del horizonte europeo, al menos, hasta que «la nueva normalidad» acomode un sector que es vital para la salud económica del continente.

Fuente: Telam

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