Las fallas en la escritura pueden ser un indicio de alzhéimer

Dia uno
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¿Es posible predecir quién desarrollará la enfermedad de Alzheimer solo con ver sus patrones de escritura años antes de que se manifiesten los síntomas?

Según un nuevo estudio realizado por investigadores de IBM, la respuesta es sí.

Además, ellos y otros afirman que la enfermedad de Alzheimer solo es el comienzo. Las personas que padecen una amplia variedad de enfermedades neurológicas tienen patrones distintivos de lenguaje que, según sospechan los investigadores, podrían servir como señales de alerta temprana sobre sus padecimientos.

Para el estudio centrado en la enfermedad de Alzheimer, los investigadores observaron a un grupo de 80 hombres y mujeres de ochenta y tantos años de edad; la mitad padecía la enfermedad de Alzheimer y la otra mitad no. Sin embargo, siete años y medio antes, todos tenían funciones cognitivas normales.

Esos hombres y mujeres eran participantes del Estudio Framingham del Corazón, una extensa iniciativa federal de investigación que requiere pruebas físicas y cognitivas regulares. Como parte del estudio, realizaron una prueba de escritura antes de que cualquiera de ellos desarrollara la enfermedad de Alzheimer en la que los sujetos deben describir un dibujo de un niño parado sobre un banquillo inestable que se estira para alcanzar un frasco de galletas ubicado en un estante elevado, mientras que una mujer, de espaldas a él, no se percata de que un lavabo se desborda.

Los investigadores analizaron el uso de palabras de los sujetos con un programa de inteligencia artificial que detectaba diferencias sutiles en el lenguaje. El programa identificó a un grupo de participantes cuyo vocabulario ya era más repetitivo en ese entonces, cuando todos tenían funciones cognitivas normales. Estos sujetos también cometían ciertos errores, como escribir ciertas palabras con la ortografía incorrecta o usar mayúsculas cuando no era adecuado, y empleaban lenguaje telegráfico, es decir, un lenguaje con una estructura gramatical simple y a menudo sin los sujetos de las oraciones, sin artículos determinados (the) o sin el verbo “to be” conjugado en presente (is, are).

Los participantes en ese grupo resultaron ser las personas que desarrollaron el mal de Alzheimer.

El programa de inteligencia artificial predijo, con una precisión del 75 por ciento, quién padecería la enfermedad de Alzheimer, de acuerdo con los resultados publicados hace poco en la revista EClinicalMedicine de The Lancet.

“Antes no se consideraba que el uso de las palabras mostrara algo relevante”, dijo Ajay Royyuru, vicepresidente del departamento de investigación de salud y ciencias biológicas en el Centro de Investigación Thomas J. Watson de IBM en Yorktown Heights, Nueva York, donde se realizó el análisis con inteligencia artificial.

Los investigadores especializados en la enfermedad de Alzheimer quedaron intrigados y afirmaron que cuando existan maneras de ralentizar o frenar la enfermedad —una meta que todavía no se consigue— será importante realizar pruebas simples que puedan advertir, con anticipación, que si una persona no se atiende desarrollará esta enfermedad cerebral progresiva.

“Lo que está sucediendo aquí es muy ingenioso”, afirmó Jason Karlawish, investigador del mal de Alzheimer en la Universidad de Pensilvania. “¿Se puede extraer una señal de advertencia a partir de un gran volumen de lenguaje escrito o hablado?”.

Durante años, los investigadores han analizado los cambios en la voz y el habla de las personas con síntomas de trastornos neurológicos: enfermedad de Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad de Parkinson, demencia frontotemporal, trastorno bipolar y esquizofrenia, entre otros.

Sin embargo, según Michael Weiner, investigador de la enfermedad de Alzheimer en la Universidad de California, campus San Francisco, el informe de IBM no tiene precedentes.

“Este es el primer reporte que he visto en el que se observó a personas completamente normales y se predijo con cierta precisión quién tendría problemas años después”, afirmó.

La esperanza es ampliar los estudios en torno a la enfermedad de Alzheimer para encontrar cambios sutiles en el uso del lenguaje de personas que no tienen ningún síntoma evidente pero que más tarde desarrollarán otros padecimientos neurológicos.

Cada enfermedad neurológica produce cambios característicos en el lenguaje, que tal vez ocurren mucho antes de que se diagnostique el padecimiento, comentó Murray Grossman, profesor de neurología en la Universidad Estatal de Pensilvania y director del centro de demencia frontotemporal de la universidad.

Grossman ha estudiado el habla en pacientes con un tipo conductual de demencia frontotemporal, un trastorno causado por la pérdida progresiva de neuronas en los lóbulos frontales del cerebro. Estos pacientes presentan apatía y deterioro en su juicio, autocontrol y empatía, síntomas que han demostrado ser difíciles de cuantificar de manera objetiva.

El lenguaje es diferente, afirmó Grossman, ya que se pueden medir los cambios.

Al comienzo de esta enfermedad, hay cambios en el ritmo del habla de los pacientes con la presencia de pausas distribuidas de manera aparentemente aleatoria. El uso de las palabras también cambia, pues los pacientes usan menos palabras abstractas.

Estas alteraciones están directamente relacionadas con cambios en las partes frontotemporales del cerebro, explicó Grossman. Y, al parecer, son universales, no exclusivas del inglés.

Adam Boxer, director de la unidad de investigación clínica neurocientífica en la Universidad de California, campus San Francisco, también estudia la demencia frontotemporal. Su herramienta es una aplicación para teléfonos inteligentes. Sus pacientes son personas sanas que han heredado una predisposición genética a desarrollar el padecimiento. Su método es mostrarles a los sujetos una imagen y pedirles que graben una descripción de lo que ven.

“Queremos medir los cambios con mucha anticipación, de 5 a 10 años antes de que aparezcan los síntomas”, afirmó. “Lo bueno de los teléfonos inteligentes es que te permiten hacer todo tipo de cosas”. Los investigadores pueden pedirles a los participantes que hablen durante un minuto sobre algo que ocurrió ese día, explicó, o que repitan sonidos como tatatatata.

Boxer dijo que él y otros se enfocaban en el habla porque querían realizar pruebas no invasivas y económicas.

Cheryl Corcoran, psiquiatra de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en Nueva York, espera poder usar los cambios del habla para predecir cuáles adolescentes y adultos jóvenes con alto riesgo de esquizofrenia pueden desarrollar la enfermedad.

Los medicamentos para tratar la esquizofrenia pueden ayudar a quienes van a desarrollar la enfermedad, pero el desafío es identificar quiénes serán los pacientes. Una cuarta parte de las personas con síntomas ocasionales los vieron desaparecer y alrededor de un tercio nunca llegó a sufrir de esquizofrenia, aunque sus síntomas ocasionales persistieron.

Guillermo Cecchi, un investigador de IBM que también participó en la reciente investigación sobre el Alzheimer, estudió la forma de hablar de 34 de los pacientes de Corcoran, en busca de “vuelo de ideas”, es decir, los casos en que los pacientes se desviaron al hablar y desarrollar ideas en diferentes direcciones. También buscó “pobreza del habla”, es decir, el uso de estructuras sintácticas simples y oraciones cortas.

Además, Cecchi y sus colegas estudiaron otro pequeño grupo que consistía en 96 pacientes en Los Ángeles, 59 de los cuales sufrían delirios ocasionales. El resto eran personas sanas y otras con esquizofrenia. Les pidió a estos sujetos que volvieran a contar una historia que acababan de escuchar y buscó los mismos patrones de habla.

En ambos grupos, el programa de inteligencia artificial pudo predecir, con un 85 por ciento de precisión, qué sujetos desarrollaron esquizofrenia tres años después.

“Han sido muchos estudios pequeños que han encontrado las mismas señales”, dijo Corcoran. Explicó que, en este momento, “todavía no estamos en el punto en el que podemos decirle a la gente si están en riesgo o no”.

Aunque Cecchi se muestra confiado, explica que los estudios aún están en sus inicios.

“Para nosotros es una prioridad poder desarrollar los estudios científicos de manera correcta y en la escala adecuada”, dijo. “Deberíamos tener muchas más muestras. Cada año hay más de 60 millones de entrevistas psiquiátricas en Estados Unidos, pero ninguna de esas entrevistas usa las herramientas que tenemos”.

Fuente: New York Times

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