Raquel Fernández, sobreviviente de cáncer de mama, compartió su experiencia de lucha y superación. Destacó la atención y la tecnología avanzada del Instituto Misionero del Cáncer, clave en su tratamiento.
En el Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, salen a la luz diferentes testimonios de lucha y superación. Los relatos remarcan la importancia de la detección temprana, el acompañamiento profesional y el apoyo emocional durante y luego del tratamiento. Tal es el caso de Raquel Fernández, quien al ser entrevistada por Canal Doce recordó su historia.
La paciente oncológica contó que en 2001, cuando tenía 46 años, practicó la autoexploración mamaria y pasó lo inesperado. “Con el autoexamen me descubrí un granito de arroz en la mama, pero eso que sentía medía 1,7 centimetros“, relató.
“Pasé a cirugía, me sacaron un cuadrante, y de ahí me mandaron a la oncóloga. Seguí todo al pie de la letra. Me hice quimioterapias y radioterapias. Se cayó todo mi cabello”, contó.
Fernández recordó su proceso cuando, en ese entonces, debía trasladarse a otros puntos de país para continuar con su tratamiento: “En 2015 tuve 15 huesos con metastasis. Iba todos los años a Buenos Aires para hacer la tomografía por emisión de positrones. Y ahora Misiones tiene el PET/TC. Tenemos oncólogos excelentes en el Instituto. Todo está muy adelantado y la atención es espectacular, no hay quejas“.
A lo que añadió: “La atención en el Instituto Misionero del Cáncer es excelente. Somos de las pocas provincias que tiene la tecnología del PET/TC“.

Durante los años posteriores, se dedicó a la concientización acerca de la enfermedad, lo que la llevo a encontrarse con otras pacientes. “En el año 2007 nos juntamos varias mujeres que estábamos transitando el cáncer del mama. Fue en La Casa de la Mujer. Nos reuníamos cada miércoles para ayudarnos desde nuestra experiencia. Todos los años me eligieron coordinadora de ese grupo. Así también, recorrimos diferentes lugares dando charlas sobre la importancia del autoexamen”.
La historia de Raquel Fernández es un ejemplo de resiliencia y esperanza. Su experiencia como sobreviviente resalta la importancia de la detección temprana y el acceso a tecnología médica en el sistema público de salud, como en este caso de Misiones, lo que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes.