Con una propuesta centrada en brindar información sencilla y libre de prejuicios, Paola Torres impulsa un espacio que busca acompañar a las niñas en sus primeros cambios corporales. La iniciativa, realizada en grupos reducidos para favorecer la conversación, retoma la importancia de hablar de la menarquía con naturalidad y de ofrecer herramientas que permitan transitar este proceso con mayor seguridad y comprensión.
“Este taller existe hace muchos años, lo fuimos realizando en distintos lugares y desde hace un tiempo lo sostenemos en la Biblioteca Popular Posadas. Allí encontramos un ámbito cómodo para que las niñas puedan expresarse con libertad y sin sentir incomodidades”, expresó Torres.
Asimismo, la comunicadora recordó que su acercamiento a la educación menstrual nació a partir de un emprendimiento de toallitas reutilizables que desarrolló hace trece años y que la llevó a formarse con mujeres de distintos países. En ese camino, fueron sus alumnas adultas quienes pidieron alternativas específicas para chicas más pequeñas, lo que impulsó la creación de una propuesta pensada para acompañar los primeros cambios corporales.
“Yo empecé dictando talleres para mujeres adultas y fueron ellas quienes me sugirieron preparar algo para nenas, porque muchas buscaban que sus hijas o sobrinas pudieran aprender sin vergüenza. Esa demanda me motivó a diseñar un espacio adaptado a su edad”, relató Torres.
Por otra parte, la organizadora señaló que la propuesta busca separar la pubertad de la idea exclusiva de fertilidad, ya que muchas niñas asocian la primera menstruación con la posibilidad de un embarazo inmediato. También remarcó que el objetivo es explicar por qué la menarquía aparece al final de un proceso de transformaciones que se vienen desarrollando desde mucho antes.
“Las niñas deben saber que el cuerpo comienza a cambiar bastante antes de la menarca y que sus emociones también se modifican en ese tiempo. Ese conocimiento ayuda a transitar la etapa con menos miedo y con más claridad”, afirmó Torres.
Posteriormente, la comunicadora comentó que todavía muchas madres arrastran vergüenzas heredadas que dificultan la conversación en casa, por lo que estos encuentros abren un espacio donde las niñas pueden preguntar sin temor. A eso se suma que, según observó, varias participantes llegan con dudas que nunca habían podido compartir con un adulto.
“Cada vez que conversamos del tema se reduce la vergüenza, porque la menstruación es un proceso natural que acompaña a lo largo de cuarenta años. Por eso vale la pena hablarlo con tranquilidad y sin cargarlo de silencio”, sostuvo Torres.
De igual manera, la facilitadora subrayó que comprender el ciclo completo es fundamental para desarmar estigmas, ya que muchas personas conocen únicamente la etapa del sangrado y desconocen las cuatro fases que se atraviesan mes a mes. Esa falta de información, explicó, también afecta a los varones, que suelen quedar afuera de las conversaciones en la escuela.
“No solo existe la etapa del sangrado, porque cada mes vivimos las fases menstrual, premenstrual, folicular y ovulatoria. Eso influye en cómo nos sentimos y es información que también deberían conocer los chicos”, aclaró Torres.
En ese sentido, también advirtió que separar a los varones cuando se aborda el tema refuerza el desconocimiento y favorece situaciones de burla cuando una alumna se mancha sin saber qué le ocurre. Para ella, la educación compartida es clave para evitar reacciones basadas en la ignorancia.
“Cuando un grupo entiende lo que significa menstruar disminuye el bullying, ya que muchas veces las burlas surgen por desconocimiento. Varias situaciones se evitarían si todos recibieran la misma información”, remarcó Torres.
A continuación, la comunicadora señaló que la asociación entre menstruación y asco se instala desde edades tempranas y se mantiene por falta de información sobre la función reproductiva del proceso. Comprender la relación entre vulva, vagina y útero, explicó, permite desmontar la idea de que el sangrado es algo sucio.
“La menstruación no debe compararse con otros desechos corporales, porque forma parte del funcionamiento del aparato reproductor. Entenderlo con claridad ayuda a dejar de verlo como algo desagradable”, planteó Torres.
Además, comentó que la interacción entre las participantes enriquece el encuentro, ya que muchas descubren que otras sienten dudas similares. Para ella, esa identificación entre pares ayuda a disminuir temores y a reforzar la confianza.
“Es muy valioso ver cómo llegan con preguntas que nunca habían podido plantear y se van comprendiendo su cuerpo desde otro lugar. Al escucharse entre ellas encuentran respuestas que las tranquilizan. Las mamás suelen pedirme recursos para seguir hablando del tema en casa, ya que a veces también les cuesta aceptar que sus hijas están entrando en otra etapa. Es un proceso que atraviesan juntas”, añadió Torres.
Finalmente, recordó que el encuentro del sábado se realizará en la Biblioteca Popular Posadas, donde los grupos se mantienen reducidos -entre seis y siete niñas- para garantizar escucha, comodidad y participación activa. También señaló que la actividad tiene un intercambio económico que contribuye al sostenimiento de las propuestas culturales del espacio. “Los cupos son pequeños porque necesito escucharlas, verlas y permitir que pinten y conversen sin presión. Parte del aporte económico queda para la biblioteca y ayuda a sostener sus actividades”