Este año, los hogares de día de Posadas, Oberá e Iguazú acompañaron de manera regular a entre 220 y 230 niños, niñas y adolescentes que atraviesan diversas situaciones de vulnerabilidad. En estos espacios se integran intervenciones educativas, sociales, emocionales y de salud, con el fin de sostener las trayectorias escolares, facilitar el acceso a derechos y fortalecer los vínculos familiares. Además, cada dispositivo recibe derivaciones de escuelas, juzgados, hospitales y áreas de niñez, lo que permite organizar respuestas acordes a las necesidades de cada participante.
“Los tres hogares recibieron a lo largo del año una alta participación. En Iguazú fueron entre 40 y 45 participantes regulares. En Oberá fueron 131 participantes y en Posadas hubo un promedio mensual de 51 participantes regulares. En total son entre 220 y 230 niños, niñas y adolescentes asistieron de manera regular durante el año”, detalló Marlenne Abrile, subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia.
Además, indicó que en los tres dispositivos la población se organiza principalmente en rangos de 45 días a 18 años y que, sumando los hogares de Posadas, Oberá e Iguazú, se registra una distribución por género de aproximadamente 127 varones y 96 mujeres. De este modo, remarcó que conviven en los hogares bebés, niños en edad escolar y adolescentes, lo que obliga a planificar propuestas diferenciadas y adaptadas a cada tramo etario.
“La información de los tres hogares coincide en la presencia de múltiples vulneraciones. Entre las más frecuentes se destacan: vulnerabilidad socioeconómica y carencias básicas, violencia intrafamiliar -física, psicológica y en algunos casos sexual-, abuso sexual infantil, abandono escolar, cuidados parentales insuficientes o falta de referentes adultos. También se detectan problemas de salud y dificultades en el acceso a sistemas de atención, consumos problemáticos -principalmente en adolescentes-, problemas habitacionales y de higiene deficiente y necesidad de contención emocional y apoyo familiar”.
Por otra parte, la subsecretaria explicó que los motivos más frecuentes de ingreso se relacionan con la solicitud de contención emocional y social para niños, niñas y adolescentes, la necesidad de apoyo escolar y acompañamiento educativo, las situaciones de violencia que requieren espacios seguros y los problemas de salud o la falta de seguimiento médico. El refuerzo alimentario y el acompañamiento en políticas sociales, documentación y beneficios, así como la necesidad de restitución y protección de derechos.
A la vez, precisó que las vías habituales de derivación incluyen a los juzgados de familia, las direcciones de niñez municipales y provinciales, los hospitales y centros de salud, las escuelas y colegios, además de ingresos espontáneos por parte de familias que solicitan ayuda.
“Los tres hogares desarrollan un acompañamiento integral. En el acompañamiento educativo se brinda apoyo escolar individual y grupal, seguimiento de trayectorias escolares y gestión de inscripciones y reinserción escolar. En lo social se realizan entrevistas familiares y visitas domiciliarias, y se trabaja en la gestión de derechos como DNI, CUD, partidas, AUH, BEG y articulación con Sipted y áreas de niñez. En lo emocional y psicológico se ofrece tratamiento psicológico individual, talleres de emociones, autoestima y habilidades sociales y contención ante situaciones de crisis”, puntualizó.
Y agregó: “En salud se gestionan turnos médicos, controles, seguimiento y derivaciones, junto con acciones de nutrición y promoción de hábitos saludables. Y en lo recreativo se sostienen actividades deportivas y lúdicas, además de salidas guiadas y visitas recreativas, especialmente en el verano”, describió.
Asimismo, Abrile subrayó que en los tres hogares se registran mejoras significativas tanto a nivel individual como familiar, con mayor integración social y participación en actividades, mejoras conductuales y mayor estabilidad emocional. También mencionó un aumento en las calificaciones y en la regularidad escolar, una mejor organización familiar y fortalecimiento de vínculos, hábitos de higiene y autocuidado más sólidos, mayor acceso a políticas sociales, documentación y salud, así como una reducción del ausentismo y una mejor adherencia a las rutinas escolares.