El cohete de exploración construido por Boeing para la NASA, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), llevó a cabo este sábado su última prueba antes de su primer lanzamiento, un proyecto del gobierno de EEUU retrasado durante años y que se enfrenta a la creciente presión de la tecnología emergente del sector privado.
El test del SLS, que se realizó con éxito en el Centro Espacial Stennis de la NASA, en Mississippi, puso fin a una campaña de pruebas de casi un año de duración para validar el diseño del cohete.
El ensayo de este sábado se considera un paso vital antes del primer lanzamiento no tripulado de la nave, previsto para finales de 2021 bajo el programa Artemis de la NASA, el proyecto de la Administración Trump para que los humanos vuelvan a pisar la Luna en 2024.
El proyecto lleva tres años de retraso y ha superado en casi 3.000 millones de dólares el presupuesto inicial. Muchos expertos defienden desde hace tiempo que la NASA pase de las tecnologías centrales de la era del transbordador -que tienen un costo de lanzamiento de 1.000 millones de dólares o más por misión- a nuevas alternativas comerciales que prometen menores costos.
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Los partidarios del SLS, no obstante, argumentan que se necesitarían dos o más lanzamientos en esos cohetes para lanzar lo que el SLS podría llevar en una sola misión.
Reuters informó en octubre que los asesores espaciales del presidente electo Joe Biden pretenden retrasar el objetivo de Trump para 2024, lo que arroja nuevas dudas sobre el destino a largo plazo del SLS, justo cuando SpaceX y el Blue Origin de Jeff Bezos luchan por sacar al mercado una nueva capacidad de carga pesad.
Fuente: Infobae