Un virus más peligroso

Dia uno
Dia uno

Hay un virus en circulación comunitaria. De hecho, los especialistas lo llaman pandemia. No estoy pensando en la crisis del COVID-19, sino en el virus de la preocupación. 

Esta preocupación prudente por el COVID-19 está nutriendo nuestro temor. Sin embargo, más allá del tiempo que estamos pasando nuestra tendencia es tener ansiedad por otras cosas. Alguien dijo que la preocupación es “uno de los problemas más urgentes de nuestros días”. 

 

La preocupación puede ser buena cuando nos impulsa a tomar medidas cuidadosas para resolver un problema. Pero cuando la preocupación se desborda, puede llevar a la depresión, a trastornos, a enfermedades coronarias, etc. 

Definiría a la preocupación como: una amnesia espiritualEn otras palabras, nos angustiamos por nuestro futuro porque hemos olvidado los antecedentes que demuestran que Dios nos ha ayudado antes.

 

Los Evangelios narran un momento especial, en donde Jesús quiere alimentar a 5.000 personas (Marcos 6). Los discípulos se asustan porque están en un lugar alejados y se quejan en Marcos 6:37 de que necesitarían mucho dinero para comprar comida para todos. 

Ellos habían olvidado cómo Jesús había demostrado su poder milagroso sobre la naturaleza, la enfermedad y la muerte. Si lo hubieran recordado, no habrían estado tan nerviosos sobre la posibilidad de que él pudiera alimentar a 5.000 personas; lo cual terminó haciendo con unos pocos panes y peces. 

 

En otra circunstancia similar, Jesús quiere alimentar a otra multitud. Ustedes creerían que estos colaboradores ya aprendieron la lección, entonces mantienen la calma. Noooooooooo, más bien, vuelven a preocuparse… ¡un clásico caso de amnesia espiritual

Pensaríamos: “¿Cómo pueden estos colaboradores olvidarse tan fácilmente?” Pero analizando un poco, “¿Qué hay de mí? ¿Cuán a menudo me quedo atascado en la preocupación porque he olvidado la fidelidad de Dios a través de los años?” 

 

Te comparto una receta infalible para curar la amnesia espiritual. Filipenses 4:6-7 nos dice que debemos orar un tipo de oración específica, una que incluya dar gracias: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” De esta forma practicamos lo que alguien me enseño de pequeño, la “Terapia de agradecimiento”. Agradecemos a Dios el hecho de que sepa todo sobre nuestra situación individual. Le agradecemos que logrará intervenir en nuestras circunstancias en el momento y la forma adecuada para lograr exactamente lo que Él quiere lograr. 

 

¿Qué logra esta oración? Primero, estamos honrando apropiadamente a Dios por lo que Él es y lo que hace. Segundo, estamos re-enfocando nuestro pensamiento. En lugar de pensar en nuestras preocupaciones, nos recuerda su poder, sus promesas y su compromiso con nosotros. Y eso nos ayuda a encaminarnos a buscar soluciones. Pero algunas personas luchan con una preocupación particular. No están seguros de cuál es el estatus de su relación con Dios, y la crisis actual ha exacerbado esa preocupación. Si murieran, no tienen la confianza suficiente para saber que pasarán la eternidad con Dios en el cielo. 

Claramente, Dios no quiere que todos se sientan tranquilos con respecto a esto. Juan explica la fórmula de la fe en Juan 1:12: “pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” 

 

Si Uds cree que Jesús es el único Hijo de Dios que venció la tumba y recibe su regalo gratuito de perdón y vida eterna entonces haga una oración sincera de arrepentimiento y fe, entonces puede estar seguro de que se ha convertido en hijo de Dios. 

No sé como continuaran los próximos días con el COVID-19 pero tengo la certeza que en los brazos de Jesús estamos seguros.

Lic. Miguel Hundt

Pastor Iglesia Bautista del Centro

Pte Consejo Pastoral Eldorado

Psicólogo Social

 

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