Hay una dualidad acerca de lo que tiene que pensar un cristiano sobre la política. Entonces la pregunta es ¿Por qué es tan complicado que un
sincero cristiano participe en ella? Aclaro que hay muchos que se denominan cristianos pero luego en la función pública no obran como tal.
Hay tres miradas del mismo tema.
Una mirada totalmente negativa, que se refiere a que un buen cristiano debe evitar unirse en asuntos mundanos, especialmente en el campo de la
política. La idea es que corrompe el corazón y se olvidan los postulados que traían como inquebrantables.
La postura neutral, que ve a la política como un mal necesario con el que
se puede incidir para trasformar la crisis de valores que se vive hoy día. Su
pensamiento es “la política lejos de la iglesia y la iglesia lejos de la política”.
Por último, una postura positiva hacia la política. Creen que Dios no es indiferente ni está en contra de la política, sino que actúa en el mundo,
incluida ésta, de un modo que a menudo no comprendemos del todo. El involucrarse en la política es cumplir con una vocación dada por Dios para
servir a sus propósitos en el mundo. Esto no significa obligar a todos a ser cristianos o negar a la gente sus libertades personales, pero sí significa
hacer juicios morales y hablar de lo que creemos que son las intenciones de Dios para su mundo.
Si la humanidad caída hace inevitable la corrupción en la política, el reino de Dios hace posible el bien de la política. En última instancia, el bien de la
política es algo más que la política: se trata de engrandecer una comunidad.
Lic Miguel Hundt
Pastor Iglesia Bautista del Centro
Pte Consejo Pastoral Eldorado
Psicólogo Social