Hace 10 años, millones de argentinos colmaban las calles céntricas de la ciudad de Buenos Aires para celebrar la fiesta del Bicentenario de la Revolución de Mayo, y convertir la conmemoración patria en una gran fiesta popular que quedó en la memoria de todos los ciudadanos.
En un escenario bien distante al que se puede observar por estos días debido al aislamiento social por el coronavirus, la avenida 9 de Julio y sus alrededores se vieron desbordadas de argentinos que, con muestras de algarabía y sin diferencias, festejaron como si se hubiese ganado un mundial de fútbol.
Según recopiló un estudio de la UBA, 4 millones de personas se movilizaron en la jornada de cierre de la fiesta del Bicentenario de Mayo y más de 6 millones durante los 5 días que duró el evento, que fue organizado bajo la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
Durante cinco días, entre el 21 y 25 de mayo de 2010, las celebraciones centrales ocuparon toda la avenida 9 de Julio, en lo que se denominó el Paseo del Bicentenario.
Sin distinciones partidarias, enarbolando banderas argentinas, y sin que se registrara ningún tipo de incidente, la fiesta popular logró congregar en las calles a familias, grupos de amigos y hasta desconocidos que compartieron esos días inéditos, unidos por una consigna común de unidad nacional.
Además de las banderas argentinas también se podían ver flamear entre la multitud los colores de Bolivia, Paraguay, Venezuela y Uruguay, entre otros países de la región que -por esos años- ya había consolidado un bloque sudamericano con la conformación de la Unasur, que tuvo su origen en la consigna «No al ALCA» de la IV Cumbre de las Américas que se realizó en la ciudad de Mar del Plata.
Cinco años después del rechazo a los planes de Estados Unidos para implementar el libre comercio en la región, se hicieron presentes en la fiesta nacional una decena de presidentes latinoamericanos que compartieron los festejos del 25, caminando junto a Cristina Kirchner varias cuadras entre la multitud.
La foto de ese día reflejaba a la gente agolpada arriba de los monumentos a lo largo de la avenida 9 de Julio y hasta en los puestos de diarios, para tener una mejor visión del acontecimiento histórico del que formaban parte.
Según relatan a Télam los funcionarios involucrados en la Unidad Ejecutora encargada de organizar el mega evento, las celebraciones no solo debían ser democráticas, populares y federales sino que también tenían que representar un proyecto de país integrado a una región sudamericana, por lo que esos países no estuvieron ajenos a las celebraciones.
«Queríamos un Bicentenario con el pueblo en las calles. Agradezco el patriotismo, la alegría con que millones han salido a las calles a festejar, a reír, a compartir», dijo la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, al inaugurar durante esas jornadas festivas la Galería de los Patriotas Latinoamericanos en la Casa de Gobierno.
Allí estuvieron presentes los mandatarios de países latinoamericanos como Hugo Chávez (Venezuela), Luiz ‘Lula’ da Silva (Brasil), José ‘Pepe’ Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay) y Sebastián Piñera (Chile),
Al igual que en la mayoría de los países de la región, en las últimas décadas son más los recuerdos de jornadas trágicas en la historia nacional, como los saqueos durante la hiperinflación en el gobierno de Raúl Alfonsín o el estallido de 2001, con 39 muertos tras años de neoliberalismo.
Por eso, en el devenir histórico del país cuesta encontrar eventos masivos en el que los argentinos, sin distinción alguna, hayan participado de una fiesta organizada por un gobierno nacional y esa celebración haya sido un «éxito», tal como fue reconocido por todos los sectores políticos y de la sociedad, a pesar de las críticas que había despertado en los días previos.
Esos aspectos son analizados en el libro «Bicentenario Argentino: Celebrar en las calles, ser parte de la historia», que recopila el estudio de la Universidad de Buenos Aires (UBA) realizado por los investigadores del Conicet: Margarita Gutman, Adriana Clemente, Mónica Lacarrieu y Susana Villavicencio.
El estudio se presenta como «una contribución a las generaciones futuras sobre un momento significativo en la construcción colectiva de la historia patria».
En diferentes crónicas de los días posteriores a la celebración de los 200 años de la Revolución de Mayo hay decenas de anécdotas que describen el clima social y político que había hace 10 años.
«Nosotras a ustedes no los queremos, pero la fiesta está hermosa», recuerda hoy ante Télam un funcionario del gobierno de Cristina cuando «dos mujeres paquetas» le dijeron esas palabras durante los festejos de la 9 de Julio, al terminar el desfile de los ejércitos históricos de las Fuerzas Armadas.
Artistas populares interpretaron sus canciones más famosas frente al Obelisco, las distintas colectividades mostraron sus bailes y comidas típicas en stands desplegados a lo largo de la avenida más ancha del mundo y se hicieron proyecciones históricas -tipo maping- sobre el edificio del Cabildo y otros emblemáticos de la ciudad.
Las impactantes 19 carrozas del grupo artístico Fuerza Bruta, que representaban los 200 años de historia argentina, y miles de familias cantando con emoción el Himno nacional en los primeros minutos del día 25 son algunos de los recuerdos imborrables de aquellos días.
«Nunca vi tanta gente junta y feliz», dijo y rompió en llanto la artista de Fuerza Bruta que representó a la Patria, vestida de celeste y blanco, que sobrevoló entre los asistentes durante la puesta impactante, desde la cima de una grúa.
Según los investigadores, no hay registros en la historia argentina de un evento popular tan convocante: la fiesta del Bicentenario superó todas las expectativas y se convirtió en un hecho histórico y popular.