Delfina, de 25 años, murió el 14 de febrero de 2025. Su mamá, Florencia Jardel, acompañó su decisión de vivir con sentido hasta el final y hoy busca cumplir su legado: abrir el debate sobre una ley de eutanasia en Argentina. “Delfi amaba la vida”, repite.
Florencia vivió obnubilada. Postergó el duelo para después de lo inevitable. “Lo único que estaba pensando en ese momento era que Delfi estuviera bien”, cuenta. Durante meses sostuvo una rutina de amor y normalidad, aunque el tiempo se acortaba. “Nos propusimos seguir siendo una casa feliz y lo logramos”, recuerda en una entrevista que brindó al medio Infobae.
Su hija, Delfina, tenía solo 25 años. Había vivido en Nueva Zelanda y Estados Unidos, estudiaba Business con una beca y soñaba con correr una maratón. Era intensa, inquieta, obstinada. “Era un huracán, muy graciosa, amiguera, cariñosa. Mi primera hija, la que me enseñó a ser mamá”, dice Florencia.