La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimó este miércoles que el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina podría caer un 8,2% si la pandemia se controla y hasta un 10%, en caso de que se registre un segundo brote de coronavirus en el país, lo que supone la peor previsión para toda América Latina.
Chile sería el país menos impactado en la región, con una baja de 5,6% (o de 7,1% con un rebrote de Covid-19); para Brasil las previsiones son de -7,4% y – 9,1%, respectivamente; mientras el PBI de México caería 7,5% si la pandemia sigue su curso, pero se hundiría 8,6% de producirse nuevos contagios.
La OCDE explicó en un informe de previsiones macroeconómicas globales que cuando el virus golpeó a la Argentina, a principios de marzo, la economía del país ya estaba en recesión y con una alta incertidumbre, en particular por el proceso de reestructuración de deuda al que está sometido el país.
«Si bien las medidas temporales de confinamiento han mitigado la propagación del virus, también han reducido la capacidad de producción y la demanda doméstica”, señaló la Organización, según un cable de la agencia Europa Press.
El informe advirtió que “con una salida gradual del aislamiento, la demanda doméstica se recuperará, pero permanecerá sometida a un mayor desempleo y una caída en los ingresos familiares”.
Por otro lado, agregó la OCDE, “un repunte de las inversiones en el país dependerá del éxito de las negociaciones del Gobierno en el proceso de deuda«.
La organización consideró que la Argentina adoptó medidas sólidas y temporales para contener la pandemia, así como para apoyar a los hogares y empresas del país, lo cual debería repetirse en el caso de que se produzca un rebrote de la enfermedad.
Resaltó por otra parte que actualmente la Argentina se encuentra sin acceso a los mercados financieros internacionales, por lo que el Banco Central está contribuyendo a financiar el déficit fiscal, a lo cual se añaden presiones en la inflación y en las tasas de cambio.
Según la OCDE, el éxito en el proceso de reestructuración de deuda aliviaría estas presiones, aunque igualmente se requerirán esfuerzos para fortalecer la sostenibilidad de las finanzas públicas.