Cada vez más misioneros cruzan a Brasil en busca de empleo

Dia uno
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La migración laboral de misioneros hacia Brasil no es un fenómeno nuevo, pero en los últimos meses se evidencia un marcado incremento. La fuerte recesión económica, el cierre de comercios, la paralización de la obra pública, la reducción de personal y la constante devaluación del peso frente al real impulsan a cientos de trabajadores a buscar oportunidades del otro lado de la frontera.

La mayoría son trabajadores golondrina que viajan para desempeñarse en tareas rurales como la cosecha de tabaco, ajo, cebolla, uva, manzana y durazno, además de actividades como la fabricación de carbón y ladrillos o trabajos en industrias y empresas de transporte. Los destinos más frecuentes son los estados limítrofes de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná.

Muchas de estas contrataciones —especialmente en zonas rurales— se realizan de manera informal a través de intermediarios o contratistas. Sin embargo, también existen ofertas laborales legales, con salarios regulados por la legislación brasileña, que incluyen comida, alojamiento con conectividad y otras comodidades.

Para trabajar legalmente en Brasil es necesario cumplir con ciertos requisitos básicos: contar con el CPF (similar al CUIL argentino), ingresar al país de forma regular, presentar fotocopia del DNI actualizado y partida de nacimiento, y en muchos casos, certificado de antecedentes penales.

En ciudades fronterizas como San Antonio y Bernardo de Irigoyen, la situación es aún más visible. Allí, numerosos vecinos cruzan a diario para cumplir una rutina laboral en comercios o industrias de Santo Antônio do Sudoeste, Dionísio Cerqueira o Barracão. Tanto el intendente de San Antonio, Fausto Rojas, como el de Bernardo de Irigoyen, Edgardo “Chichín” Aquino, reconocieron públicamente esta tendencia.

Desde hace varios meses, ambos jefes comunales —junto al presidente de la Cámara de Comercio de Irigoyen, Walter Feldman— alertan sobre la caída del consumo local, el cierre de comercios y los recortes en la obra pública, factores que empujan a más vecinos a buscar empleo en Brasil.

Ricardo, un trabajador de Bernardo de Irigoyen que pidió reserva de identidad, contó su realidad a El Territorio: “Yo y mi señora desde mediados de año estamos trabajando en una estancia en Brasil, a unos 300 kilómetros de la frontera. Hacemos varias tareas, entre ellas producción de ladrillos y carbón. Tenemos trabajo formal, con alojamiento y comida”, relató.

Padre de cuatro hijos, la familia debió dividirse temporalmente. “La idea era mudarnos todos, pero dos de nuestros chicos están en edad escolar. Los dejamos al cuidado de familiares para que terminen el ciclo lectivo y nosotros viajamos periódicamente para verlos. El año que viene veremos cómo organizarnos, pero lo cierto es que en Argentina está muy complicado sobrevivir sin trabajo”, sostuvo. La situación, coinciden autoridades y vecinos, continúa en crecimiento y refleja el impacto directo de la crisis económica en la vida cotidiana de las familias misioneras.

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