Lo primero que se me viene a la mente cuando escucho agotamiento/ cansancio mental es “estrés”. Ese estado de sobreexigencia al que llegamos sumamente nerviosos, cansados y dando mucho más de lo que nuestra mente y cuerpo pueden ofrecer.
¿Por qué llegamos a ese límite? ¿Por qué no frenamos a tiempo? ¿En qué momento se me fue de las manos y me descuidé por completo? ¿Por qué no logró priorizarme y cuidar de mi salud física y mental?
El cansancio mental nos invade cuando nuestra mente no para. Cuando ni siquiera frena a la hora de dormir. Son muchas las personas que terminan desvelándose a las 4 am con pensamientos tras pensamientos.
A toda esa línea agotadora de pensamientos la llamamos “rumiación”. Un rumiar de pensamientos constantes en nuestra mente, que no paran. Esto definitivamente genera cansancio mental.
De más está decir que todo este agotamiento mental hace que luego uno se sienta con pocas posibilidades y recursos para gestionar emocional e intelectualmente la dinámica de su vida diaria.
Ahora bien, voy a ser un poco más específica para que puedas ver si te identificás con esta problemática.
¿Cuáles son las causas del cansancio mental?
Como mencioné arriba, una de las principales causas es el estrés. Pero sería bueno pensar de dónde viene ese estrés, ¿no?
A continuación, voy a mencionarles algunas causas del cansancio mental:
– Exceso de presión laboral
– Conflictos en las relaciones humanas (podría ser en el trabajo, en lo intrafamiliar, con amigos, etc.)
– Inestabilidad económica (o percepción de la misma)
– Condiciones ambientales (de las que puedan causar problemas de salud física o mental)
– Mala alimentación
– Sedentarismo (la falta de movimiento hace realmente mal)
– Monotonía (no tener ambiciones o proyectos sobre los que trabajar, puede generarnos malestar)
¿Cuáles son los síntomas del cansancio mental?
Algunos de los síntomas que pueden acompañar al cansancio mental son:
– Cansancio visual
– Dolores de cabeza o migrañas
– Mareos
– Exceso o pérdida de apetito
– Malestar estomacal
– Dolores de espalda y de articulaciones
– Palpitaciones
– Enfermedades coronarias
Prestar especial atención a nuestras emociones y pensamientos, es de gran importancia a la hora de tomar consciencia y lograr prevenir el cansancio mental.
¿Cuáles son las consecuencias del cansancio mental?
– Disminución en el rendimiento laboral o académico
– Apatía en general
– Cambios constantes e inestables en el estado emocional
– Sentimiento de saturación
– Decaimiento constante
– Exceso o falta de sueño
– Ansiedad
– Depresión
¿Qué es bueno para el cansancio mental?
Lo más importante, creo yo, es la toma de consciencia sobre lo que estamos atravesando. Poder dar cuenta que no estamos bien, y que necesitamos ciertos cambios para volver a eje.
Partiendo de esa aceptación consciente, podremos trabajar sobre nuestro bienestar y dar algo de calma a nuestro cansancio mental. Como siempre digo, con un trabajo activo que dependerá únicamente de nosotros.
Lo ideal es estar sostenido por un profesional de salud mental, que pueda guiarnos un poco y brindar herramientas claves para el momento que estamos atravesando. También contar con un entorno social seguro y confiable. Personas en las que podamos descansar y conversar acerca de nuestras problemáticas. Nuestro día a día.
También podemos comenzar a hacer cambios de hábitos e incorporar nuevas prácticas saludables a nuestra vida (como cambiar nuestra alimentación, practicar yoga, meditar, caminar más, buscar alguna rutina física que nos guste, mantenernos bien hidratados, etc).
¿Cuánto dura el cansancio mental?
Este punto es sumamente relativo, ya que depende de cada persona.
No es lo mismo sufrir de agotamiento mental y tumbarnos en una cama a esperar, que salir a buscar herramientas y distintas maneras para superar ese estado emocional.
Hay un gran porcentaje, cuando hablamos de salud mental, que dependerá de nuestra actitud. Y créanme, que marcará una gran diferencia.
Energéticamente, si me muevo para encontrar el motivo de mi malestar, seguramente a corto, mediano o largo plazo, encontraré los motivos y las causas de mi situación actual. Y desde allí, y con una aceptación consciente que acompañe mi búsqueda, podré comenzar un trabajo, un proceso introspectivo para sanar y fortalecerme día a día.
Desde ya que no es tarea para nada sencilla. Pero si me comprometo conmigo mismo y realmente tengo el deseo de mejorar y superar mi agotamiento mental, muy probablemente logre hacerlo.
Recuerden que el acompañamiento, ya sea terapéutico o red de contención, es fundamental para estos casos.
No sentirnos solos y
abandonar la sensación de que tenemos que resolverlo todo nosotros mismos, también aliviará la carga mental con la que vivimos. Tenemos la tendencia a presionarnos constantemente y creer que podemos con todo, y que tenemos que estar para todos. Pero entonces, ¿cuándo estamos con y para nosotros mismos?
Recordemos que somos la base de todo lo que queramos construir en nuestra vida. Si no mantengo un vínculo saludable conmigo, será muy complejo sostener vínculos saludables con los otros.
La clave: el amor propio
Siempre que recibo un paciente nuevo le digo lo mismo. Más bien, pido lo mismo. Pido paciencia y tolerancia. Pero no para conmigo, sino para con ellos mismos. La paciencia con uno es de las cosas más difíciles de cultivar.
Socialmente nos enseñaron a tenerle paciencia a nuestros hermanos, a nuestros amigos, a nuestros abuelos, padres, etc. Pero nadie nos ha enseñado que también tenemos que ser tolerantes y pacientes con nosotros.
Es el vínculo más primitivo que debemos cuidar y respetar. Algo que parece tan simple, pero es de las relaciones menos cultivadas. La mía, conmigo. Así que los invito a pararnos desde este lugar, desde un lugar mucho más bondadoso, más compasivo, más comprensivo y mucho más tolerante.
Seguro desde allí, los procesos y cambios que decidamos emprender, serán llevados a cabo con mucha más armonía y serán trabajos internos más livianos. Sin tanta presión y sin juzgarnos constantemente.
Si logramos observarnos así, daremos cuenta que varios de nuestros problemas y cargas mentales son impuestas por otro, por un mandato, un deber ser, o básicamente por los deseos del otro y no los míos. Aprenderemos con mucha conciencia y tolerancia, a ir corriéndonos gradualmente de ese lugar. Ese lugar que ya no nos pertenece. Que ya no queremos habitar más.
Y nos iremos aproximando al lugar correcto, al que nos hace sentir bien. Al del auto respeto, amor, compasión. A ese del que jamás nos deberíamos habernos ido.