Relatos de madres y padres dan cuenta del impacto del encierro en los niños y los especialistas advierten que ya es necesario que se les permita alguna salida. Qué hicieron otros países y las alternativas que se manejan.
“Controlaba esfínteres y tuvimos que volver a los pañales”. “Empezó a tener tics”. “Volvió a agarrar el chupete”. “La encontré mirando a la pared y me dijo que estaba hablando con otras personas”. “Grita y llora muchísimo, se puso muy agresiva”. “Lo noto triste” .“Se hizo pis en la cama”. Los relatos de mamás y papás no dejan lugar a dudas. Las consecuencias negativas del encierro prolongado en niños y niñas ya son un hecho. Tras más de un mes de confinamiento, los expertos médicos que asesoran al presidente Alberto Fernández analizan plantearle algún tipo de flexibilización que haga más llevadera la cuarentena para los más chicos .
La prórroga del aislamiento social preventivo que dispuso Fernández vence el próximo domingo. La cuarentena va a seguir pero no del mismo modo. El Gobierno analiza variantes y una de ellas puede ser en el caso de los chicos. “El tema está sobre la mesa”, confirmó el infectólogo Pedro Cahn, uno de los integrantes del grupo de médicos que el Presidente escucha antes de tomar cualquier decisión con respecto al modo de enfrentar la pandemia de coronavirus.
Un tema en agenda
Dos legisladoras porteñas trabajan en un proyecto para proponer salidas reguladas. Mientras los adultos -incluso los de grupos de riesgo- pueden salir a hacer compras, al banco o a sacar al perro, los chicos y chicas aún no vieron la luz del sol. Psicólogos/as y pediatras advierten sobre los riesgos para la salud mental y emocional, sobre todo, en niños menores de siete años y aseguran que las salidas breves ayudarían a minimizar el impacto del aislamiento.
Alemania, Italia, Francia, Suiza, Austria, Bélgica y recientemente España ya establecieron diferentes sistemas para permitir que los chicos salgan a la calle, acompañados en todos los casos por un adulto responsable y respetando el distanciamiento social.
El confinamiento obligatorio dejará postales imborrables en la memoria colectiva. La gente con barbijos, avenidas vacías, colas interminables, personas a un metro y medio de distancia entre sí, policías y patrullas por todos lados, retenes. Pero una de las imágenes más potentes y que nadie parece notar es que las calles se vaciaron de niños y niñas. Sencillamente no se ven porque son el único segmento de la sociedad que no tiene ningún tipo de prerrogativa para salir de sus casas.
Los chicos y chicas, cuyo aislamiento comenzó en los hechos casi una semana antes que el de los adultos -cuando se suspendieron las clases- no salen al aire libre desde entonces. Invisibilizados con o sin pandemia por una sociedad adultocentrista que pocas veces los considera sujetos de derecho, la crisis sanitaria hizo que los pibes y pibas desaparecieran del espacio público, de los medios y de los discursos, salvo que se hable de la problemática educativa. Los abordajes suelen apuntar solamente a qué hacer con los chicos en cuarentena y cómo sobrevivir a la convivencia forzada. Pero las preguntas poco formuladas en esta crisis sanitaria es qué sienten, qué piensan, qué necesitan y cómo ayudarlos, mientras se los erige como héroes y se les pide que hagan el mismo esfuerzo que los adultos para evitar la propagación del virus.
Salidas en estudio
Lejos de lo que se cree, la Organización Mundial de la Salud (OMS) negó que niños y niñas sean más transmisores que los adultos, por lo que la visión que señala a los menores como bombas de coronavirus a punto de explotar no tiene ningún asidero científico. Lo que sí es cierto que es más difícil lograr que niños y niñas tomen las medidas de higiene necesarias para evitar los contagios. Su forma de explorar el mundo es a través del contacto, suelen llevarse las manos a la boca y ni hablar de querer ponerles un barbijo o guantes, sobre todo a los más pequeños.
La propuesta en la que están trabajando las legisladoras porteñas María Rosa Muiños y Claudia Neira contempla la posibilidad de salidas controladas, con un orden y horarios determinados. “Un chico que está encerrado en un departamento de un ambiente sin luz hace más de treinta días empieza a tener problemas de salud. Y eso tenemos que contemplarlo. Estamos estudiando si hay una forma seria y responsable de que sin ningún riesgo para nadie, los chicos aunque sea por algunos minutos puedan estar afuera y correr una cuadra”, explicó Claudia Neira, la diputada del Frente de Todos.
En cuanto a los esquemas posibles para implementar las salidas, la legisladora señaló que están “buscando la forma menos riesgosa y más ordenada”. En España, por ejemplo, una reciente medida de las autoridades habilita a los niños y niñas a salir con los padres y madres a hacer las compras. Sin embargo, Neira señaló que esa no es la opción que más les convence porque incluye el riesgo de entrar a comercios con mucha gente.
Según señaló la legisladora, buscan “elaborar un plan para que haya el menor contacto posible con otras personas”. En ese sentido, una de las opciones sería establecer salidas específicas, en un horario donde haya menos circulación de personas –podría ser al mediodía- y donde, inclusive, se pueda pautar una circulación preferencial en ese lapso para los chicos. Las salidas podrían tener un orden establecido por el número de DNI del adulto a cargo o por la numeración del lugar donde viven. Lejos de reabrir las plazas, por la dificultad que implicaría la desinfección y el contacto que habría entre los niñes, la idea central sería que pudieran caminar en un radio cercano al domicilio, de no más de 400 o 500 metros.
En la Cámara de Diputados también hay un proyecto que plantea que niños y niñas puedan salir. Lo presentó un grupo de 15 diputados encabezado por el radical Facundo Suárez Lastra. La iniciativa también advierte sobre el impacto que la cuarentena está produciendo en ellos, da cuenta de lo que otros países están haciendo al respecto y solicite que se flexibilicen las restricciones.
El impacto del encierro
Los especialistas advierten que en esta instancia del confinamiento ya es necesario pensar en que los/as chicos/as puedan salir. “Está perfecto que el Gobierno nos este cuidando a nivel salud física. Pero la salud mental y la salud emocional también existen”, opinó la Directora de la Escuela de Psicología Perinatal y especialista en crianza, María Paula Cavanna. Según advirtió “los que peor la están pasando son los niños de entre un año y medio y los siete años” porque son los que necesitan mucha descarga física y estar al aire libre. “Son los que no tienen tanto acceso a la palabra y tampoco pueden vincularse con otros a través de los dispositivos electrónicos como lo hacen los más grandes”, explicó.
Lola, mamá de Filippa (2 años y 10 meses) y Nicola (3 meses) contó que su hija se puso muy violenta. “Grita por cualquier cosa. Busca pegarnos. Le tira del pelo al perro, tan fuerte que el otro día el perro la mordió. Antes no era así. Ahora, mientras hablo con vos escucho llantos y gritos desde el otro cuarto. Tengo al bebé en la teta y estoy intentando que me salga leche que por alguna razón no baja. Supongo que es el estrés”, relató a esta cronista.
Neira aclaró que “no es lo mismo el encierro en un country que en un monoambiente pulmón de manzana en San Telmo o en los barrios populares, donde los chicos están saliendo a la calle porque la cuarentena allí es diferente”. En ese sentido, Cavanna alertó que “para algunos niños y su familia el aislamiento puede ser enloquecedor”. Por eso, reclamó que “estas situaciones tienen que ser contempladas” ya que, afirmó, “están apareciendo patologías”. Aunque aclaró que es difícil poder aislar una sola variable y decir que esas dificultades se manifiestan solamente a causa del encierro. “Lo que sí se ve son las consecuencias de toda la situación que incluye el encierro”. Por ejemplo, insomnio, pesadillas, retrocesos en el lenguaje y la lectoescritura, situaciones de agresividad y desborde, niños que controlaban esfínteres y tuvieron que volver a usar pañales. Vemos niños que están sumamente apegados los padres y quieren más upa, más colecho, más apego. Como una angustia del octavo mes, pero extendida, en la que no quieren perder de vista a su figura de reaseguro”.
Guadalupe contó que su hija Nina (3) volvió a los pañales y usa más el chupete. Mauro, que su hijo de cinco años comenzó con un tic que no tenía antes del encierro. A Camila (2 años y ocho meses) la encontró su mamá mirando la pared. Cuando le preguntó qué estaba haciendo, respondió: “Estoy hablando con otras personas”. “Federica (9) nos dijo que todos los días en algún momento lloraba en su cuarto y nosotros no lo sabíamos”, contó entre lágrimas Fernanda, su mamá. Laura, madre de Jade (2 años y 6 meses) relató que su hijo había dejado de tomar la teta de noche en septiembre del año pasado, pero con la cuarentena volvió a despertarse mucho y retomó la lactancia. Lucas (4) volvió a hacerse pis en la cama, hasta tres veces por noche.
El psicoanalista, docente e investigador Luciano Lutereau escribió que “una de las complicaciones más grandes de que los niños no vean a otros niños en estos días es que se refuerza la regresión a la relación madre-bebé (…) Y esto no tiene que ver con la presencia de hermanos o no, porque esa regresión incluye la dimensión fraterna y sólo se inhibe con la categoría del amigo, que es el principal estímulo para que un niño crezca y no quiera ser un bebé”. Para Lutereau “puede ser nocivo a mediano plazo que estas regresiones se consoliden”.
Cavanna, coincidió en que “parte del afuera tiene que ver con el vínculo y el socializar, lo que claramente aún no va a ser posible. Pero poder salir un ratito con una patineta, una bici, un triciclo a dar una vuelta manzana, a los chicos los va ayudar”. Al mismo tiempo, opinó que la medida debería ser “regulada y muy conversada con los niños” y recomendó “explicarles que vamos a salir de la mano, o a upa o en cochecito y que nos vamos a lavar bien las manos al regresar”.
Por otra parte, todos coinciden en poner el alerta en que hay muchos chicos y chicas que están viviendo con su agresor, por lo que estar encerrados puede aumentar las situaciones de violencia. Sin llegar al extremo de los casos de mal trato, Viviana, mamá de Ania (4) y Connie (2) se refirió al cansancio que muchos adultos dicen sentir de estar con sus hijos en casa todo el dia: “Es real y lógico. Pero pienso también en cómo los niños pueden sentir cansancio de estar únicamente con sus padres, que transitan esto con preocupaciones y agotamiento. Salir un poco daría un respiro a toda la familia”, expresó.
“Si podemos sacar al perro cómo no vamos a poder sacar a los niños”, opinó Cavanna. “Yo creo que se va a poder hacer y que la próxima vez que el Presidente hable tiene que tocar este tema porque ya vieron en los niños con autismo o alguna discapacidad (quienes ya pueden hacer salidas controladas) que está funcionando y que es aliviador”.
Fuente: Página 12