El accionar de Vladimir Putin en la crisis por Ucrania: ¿hábil estratega o líder inconsciente?

Dia uno
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MOSCÚ.- En este momento de escalada de la crisis en Ucrania, todo parece reducirse a una pregunta: ¿qué clase de líder es el presidente Vladimir Putin?

En Moscú, muchos analistas siguen convencidos de que el presidente ruso es esencialmente razonable, y que los riesgos de invadir Ucrania son tan grandes que su impresionante concentración de tropas en la frontera no es más que un amague, por convincente que sea. Pero otros analistas dejan la puerta abierta a que en medio de la pandemia en Putin se haya producido un cambio de fondo, un giro que lo haya vuelto más paranoico, mas resentido y más inconsciente.

La mesa de seis metros de largo que Putin usó este mes para mantener distancia social de los mandatarios europeos que viajaron a Moscú para hablar de la crisis parece un símbolo de su alejamiento del resto del mundo. Hace casi dos años que Putin está acovachado en un capullo “libre de virus”, y en la televisión estatal puede verse que mantiene todas sus reuniones por teleconferencia y en soledad desde un salón del Kremlin. Y en las raras ocasiones en las que convoca a uno de sus ministros en persona, tampoco los deja acercarse.

Las especulaciones sobre el estado mental de un mandatario son siempre delicadas, pero a medida que se acerca un momento de decisión crucial para Putin, los analistas políticos de Moscú que se preguntan qué piensa hacer con Ucrania no pueden evitar hacer un poco de “psicología de bar”.

“Da una impresión de irritación y desgano, de falta de interés por explorar nada nuevo”, dice Ekaterina Schulmann, politóloga y exintegrante del concejo de derechos humanos de Putin, en referencia a las últimas apariciones públicas del presidente ruso. “Lo que se le muestra a la opinión pública es que a todos los efectos prácticos, Putin está totalmente aislado, con fugaces excepciones cada vez más raras, desde marzo de 2020.”

Según señalan muchos analistas, una invasión total a Ucrania representaría una escalada sin parangón en el historial de Putin. En 2014, un subterfugio del Kremlin permitió que milicias rusas sin identificación capturaran Crimea sin disparar una sola bala. La guerra subsidiaria que fogoneó Putin en Ucrania Oriental le permitió negar su participación en el conflicto.

Pero lanzar una guerra a gran escala no le conviene para nada”, dice Anastasia Likhacheva, decana de economía y relaciones internacionales de la Escuela de Altos Estudios Económicos de Moscú. “Me cuesta mucho encontrar una explicación racional para una campaña bélica como esa”.

Aunque pudiera tomar el control de Ucrania, dice Likhacheva, esa guerra tendría el efecto contrario de lo que Putin supuestamente quiere: que la OTAN retroceda de Europa del Este. Pero en caso de una guerra los aliados de la OTAN estarían “más unidos que nunca”, dice Likhacheva, y probablemente desplegarían armamento nuevo y potente a lo largo de las fronteras occidentales de Rusia.

Aura de estadista sobrio

En el frente interno, Putin siempre ha buscado proyectar el aura de un estadista sobrio, haciendo caso omiso de los agitadores nacionalistas que vociferan en horario central de la televisión y en el Parlamento, y que lo pinchan desde hace años para que termine de deglutirse a Ucrania.

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