El futuro de la ciencia en la Argentina post pandemia tiene que «convocar a muchos actores» y profundizar su trabajo en temas como «salud, medio ambiente, energía y producción» a partir de la demanda, dijo hoy Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, y consideró que, si bien el ex presidente Mauricio «Macri pensaba que la ciencia era un gasto», «estamos dañados, pero no destruidos».
Salvarezza citó a Télam en su oficina del edificio de Palermo, donde asoma la idea contrastante del imaginario de un laboratorio experimental saturado de tubos de ensayo y la sede de una IT pulcra y ordenada al extremo.
Salta a la vista que no se trata de una sede ministerial instalada en un palacio de corte francés, con ascensores viejos de hierro negro y andares cansinos, y escaleras de mármol blanco gastado en sus frontines.
Télam: El coronavirus generó una especie de explosión de la ciencia a los ojos de la gente. ¿Cómo lo evalúa usted?
Salvarezza: La pandemia puso en el tapete a la ciencia en el contexto de la sociedad por un virus que no conocemos y que requiere más conocimiento.
Mientras los trabajadores de la salud afrontan la lucha cuerpo a cuerpo en la primera línea, las respuestas vienen del conocimiento de los laboratorios. Y cuando digo conocer, hablo de todo tipo de conocimiento.
Empezamos con las terapias, los fármacos y los ensayos clónicos, pero también nos preguntamos de qué manera podemos detectar más rápido y mejor, entonces aparecieron los kits de diagnóstico, o la búsqueda de la vacuna. También preguntamos, por ejemplo, de qué manera podemos conocer cómo circula el virus; y apareció la informática metida en nuestros celulares, y eso también lo hacen los científicos.
Y nos preguntamos, por ejemplo, qué pasa en los aspectos sociológicos o culturales con el coronavirus. Todo esto es ciencia que responde, que está mirando, que está estudiando y dando respuesta.
Por todo esto la ciencia es un elemento fundamental, que sólo puede responder si hay un sistema de ciencia.
T: ¿Cómo encontró al sistema científico argentino?
S: Estamos dañados, pero no destruidos. Hay que reconstituir el sistema de ciencia y técnica, y la propuesta de Alberto y Cristina en la campaña, antes del coronavirus, fue volver a poner a la ciencia de pie y al conocimiento como un insumo para el desarrollo del país, que no es otra cosa que volver a las políticas ejecutadas entre el 2003 y el 2015.
El sistema sobrevivió maltratado porque tiene raíces muy profundas. La ciencia argentina tiene tradición e historia, y tres premios Nóbel en ciencias duras. En todo esto está la fortaleza de nuestra ciencia. Se la maltrató, se la dañó, y muchos jóvenes perdieron interés en la carrera científica o se fueron al exterior.
Cuando Alberto hizo el acto en Ciencias Exactas con 11.000 científicos que firmaron por su candidatura, dijo: «Somos un gobierno de científicos».
Estamos peor que en el 2015, pero subimos un peldaño, y eso potenció las expectativas, y con eso salimos a jugar el partido. Esta gestión tiene muchos científicos, y creo que eso también ayuda a cambiar la percepción de la comunidad. Apareció la necesidad de unificar a los científicos, el Estado y a la ciencia como un elemento fundamental para dar respuestas.
T: ¿Por qué cree que Argentina puede dar respuestas si su ciencia fue maltratada, desfinanciada y se produjo casi una mirada despectiva de ella?
S: Macri no creía en la ciencia, pensaba que era un gasto, que la educación y la salud también eran parte del gasto del Estado, y buscaba privatizar ese gasto. La respuesta que yo encuentro es que durante esos cuatro años salimos a cuestionar las políticas del gobierno anterior de achicar el Estado, la ciencia y la educación. Dijimos que nos desfinanciaron, que nos maltrataron; nos tildaron como los ñoquis del Conicet, criticaron a las universidades del conurbano porque creyeron que nadie iba a lograr recibirse, porque los pobres no se reciben.
Hubo maltrato y desprecio. Sin embargo, Argentina tiene toda una historia anclada detrás de la ciencia.
T: Historia, trayectoria y respuestas concretas que resurgen a partir de un cambio de paradigma en el vínculo entre la ciencia, el Estado y la sociedad.
S: La clave está en que convocamos a los científicos a discutir la Argentina. Y el primer partido no fue contra el coronavirus, sino el del programa ‘Argentina contra el hambre’ donde se presentaron 600 proyectos.
Cuando se convoca a los científicos a resolver problemas concretos hay respuestas. Y esas repuestas requieren un acompañamiento desde el Estado. Pero si no hay políticas o convocatoria, cada uno hace lo que puede.
Estos desafíos son mucho más atractivos cuanto más relevantes son. ¿Y qué más relevante para un científico que resolver los problemas de la sociedad?
Por eso pudimos convocarlos con una propuesta clara desde un Estado y un gobierno que los valora y que los convoca a estos desafíos. Hicimos muchas cosas en solo dos meses y son muchas más las que podremos hacer porque encontramos la llave para abrir la caja.
T: Supongamos que hoy se termina el tema coronavirus. ¿Qué nos deja todo esto?
S: En primer lugar, la percepción social sobre la importancia de la ciencia, que empezó a ser visualizada un capital fundamental para cualquier sociedad.
También el valor del Estado, la salud y la educación. Creo que de acá salimos con un Estado revalorizado confrontado a las políticas del Estado pequeño o ausente.
Sale un Estado mejor en el que se valoran áreas fundamentales como salud, educación y conocimiento. Eso es muy importante para lo que viene, que es cómo ponemos a la Argentina en marcha, cuáles son los desafíos productivos, cómo vamos a combatir el hambre multiplicado, porque la emergencia -pasada la pandemia- va a ser para mayor cantidad de personas. Y ahí vamos a convocar a la ciencia.
T: ¿Y para qué temas la convocarían?
S: No seremos quiénes determinemos qué encarar. El tema clave para que la ciencia argentina explote es la formulación de la demanda.
Tuvimos cuatro años de Macri. En la etapa final unos seis millones de argentinos pasaron a la inseguridad alimentara, según la FAO. ¿Alguien convocó a los científicos a sentarse a pensar qué aportes podían hacer? Nadie. ¿Alguien convocó a los científicos a pensar en modelos productivos? No. ¿Cómo pensamos la Argentina productiva con tecnologías compatibles con el medio ambiente? Eso es donde tenemos que concentrar a nuestros científicos. Hoy, desde este Ministerio nos sentamos con todos para formular, claramente, la demanda.
El coronavirus fue el ejercicio más simple porque la demanda era clarísima.
El 9 de marzo nos juntamos con la industria farmacéutica, con los laboratorios, con virólogos, con infectólogos y con epidemiólogos para evaluar qué oportunidad teníamos en los tres meses de la ventana de tiempo. Ahí salió la Unidad Coronavirus y explotó la ciencia porque nos dimos cuenta, por ejemplo, que no íbamos a llegar con los monoclonales, pero podíamos llegar con los policlonales, y ahora estamos haciendo plasma equino. O los kits de diagnósticos, o trabajando sobre una vacuna.
Esa tormenta de ideas es lo que hay que hacer porque es donde surgen las demandas y las oportunidades.
Vino el coronavirus, concentramos los esfuerzos y la ciencia explotó.
En dos meses hemos puesto, en inversión, una cifra equivalente a 500 millones de pesos en la Unidad Coronavirus.
T: Ahora la ciencia, desde el Estado, también baja a los problemas de la gente.
S: Esa es la idea. Antes el Ministerio miraba para adentro, estaba encapsulado, y sus logros fueron sobre el tema de su comunidad, sus ‘papers’, pero no resolvía los problemas del país.
Yo sigo apostando a esa buena ciencia, pero también debemos colaborar en resolver los problemas de la Argentina, y para eso hay que tener buena ciencia, lograr que se formalicen las demandas y convocar a los científicos.
Fomentamos toda la ciencia, pero hacemos foco en resolver problemas, como hicimos con el coronavirus, o el hambre.
Fuente: Telam