Los mecanismos políticos en Argentina se resignifican. Una elección creada para elegir candidatos, como son las PASO, se convierte en un sondeo influyente que condiciona a los gobiernos. Y la elección general, casi en una ratificación que pasa a segundo plano por lo que más importa: el día después.
Es lo que le ocurrió al oficialismo nacional, encabezado por Alberto Fernández, que como a Macri en 2019 las PASO le generaron una crisis aguda interna y hasta lo desestabilizó emocionalmente. Las elecciones del 14 de noviembre tienen una impronta similar: hay más preocupación por el lunes que por lo que ocurra el domingo. Esa energía se percibe en el oficialismo y la oposición; aunque con matices distintos.
Mucho más se siente en la calle. Desde listas de precios que se resguardan en el extremo más tenso de la especulación económica, hasta preocupación sobre la resolución que pueda tener la incertidumbre política. No hay puntos comunes, no hay diálogo. Pero sí un punto de madurez: ni el Frente de Todos, por obvias razones de ser oficialismo, ni Juntos por el Cambio, consideran que habrá agite o gestos de desestabilización.
Miradas
A los dos se les frunce el ceño ante la pregunta: qué puede pasar el 15 de noviembre. Anabel Fernández Sagasti y Alfredo Cornejo, las figuras políticas más relevantes de Mendoza, tienen una mirada común, aunque nunca acordarán en nada . Ambos saben que la crisis que vive Argentina es dramática. Claro que creen que el origen del «mal» es muy distinto, y también la salida. Para ella el día después no cambiará nada y seguirán «gobernando». Repite que el Frente de Todos (en sus anteriores versiones como Frente para la Victoria) ya perdió elecciones intermedias y luego se recuperaron. Por convicción o convencimiento, para la presidenta del PJ mendocino la situación social va a ser contenida. «Es futurología», se escuda al responder sobre los escenarios posibles.
Fernández Sagasti tiene razón en el dato duro sobre las elecciones de medio término pérdidas por al Frente del que es parte. Pero no en el contexto: Alberto arrastra un poder limado por la mala gestión, por la pandemia y también por los embates de los enemigos internos. Las lacerantes cartas de Cristina Fernández de Kirchner, las renuncias para presionar, los golpes bajos de dirigentes marginales pero con poder de micrófono y la lista sigue, sobre todo con los yerros propios del Presidente
Para Cornejo la situación es mucho más incierta y depende en gran medida de la actitud política que tenga Alberto: cree que perdido por perdido, el Presidente tendrá la oportunidad de convertirse en «estadista» para encarar medidas necesarias sin especular. Esconde ese pensamiento la idea de alejar a Cristina Fernández de Kirchner del poder. En el análisis que hace el exgobernador de Mendoza, Alberto puede empoderarse internamente sin especular porque, cree, no tiene ninguna chance de ser reelecto. Como el sistema es hiper presidencialista, podría, según Cornejo, «hacer el trabajo sucio» para reencausar la economía y generar otro horizonte. El propio Cornejo había marcado, como lo indican otros analistas, que Alberto tuvo chances similares; incluso con un respaldo popular alto. Es lo que pasó al inicio de la pandemia, cuando el Presidente tenía más de un 80% de respaldo. Para los opositores, el dominio de Cristina fue tóxico y podría serlo más luego de una derrota en las generales.
En ese sentido, marcan dos caminos posibles: que Cristina «respalde en silencio» al Presidente para evitar crisis mayores (algo que no ocurrió tras las PASO); o que tenga una reacción más intempestiva y directamente retire «su tropa» para resguardarse. Eso es todo especulación.
Los escenarios tienen sutiles diferencias. Habrá un resultado «simbólico» que probablemente sea negativo por la derrota en la mayoría de las provincias. Pero otro será el resultado estratégico: no es lo mismo mantener o no la mayoría de Cristina en el Senado. Por eso hasta podría haber festejo si pierden la Provincia de Buenos Aires, pero ganan en La Pampa para mantener los votos en la Cámara Alta. Con esos votos se puede condicionar a la Justicia, a las provincias y al propio gobierno.
Ingobernable
Fuera de las especulaciones, en la vida real el 15 de noviembre preocupa más que el domingo 14. La maquinaria política que le permita al peronismo tener controlada la reacción social, tiene fugas. La pobreza, que supera el 42% en todo el país y el 60% entre los más jóvenes, se torna ingobernable.
La ayuda social que el Estado tiene como única estrategia desde el 2002 en adelante, ya no alcanza. Por la dignidad, pero tampoco por los montos. El Gobierno, por ejemplo, unificó el pago de la Tarjeta Alimentar con la Asignación Universal por Hijo. Crean un efecto de «volumen» de dinero mayor y habilitaron también mayor discrecionalidad en el uso del dinero. A diferencia de lo que ocurría antes, ahora los destinatarios reciben los montos juntos y pueden usarlo con mayor discrecionalidad. Pero no alcanza: la inflación aceleró más que cualquier intención política de usar esos aportes. Ni hablar de las jubilaciones, pensiones y otras prestaciones mínimas. Menos de la mayoría de argentinos que se mueven en la economía informal.
Las organizaciones sociales que tienen a su cargo la administración de la ayuda social también comienzan a ser desbordadas porque hay «pobres fuera del padrón». Ese mecanismo de presión y de contención, tampoco alcanza. El entramado de organizaciones sociales genera también un mecanismo para censar, controlar y contener. La organicidad permite la negociación. La dispersión, genera un mapa en blanco que impide «gobernar» la pobreza.
Para el peronismo son territorios desconocidos. Primero, liderar el país en medio de una crisis con escasez de recursos. También con problemas de arraigo en los sectores populares y vulnerables. Aunque por ahora parezca una anécdota, que en sectores con menos recursos económicos haya dirigentes «libertarios» mejor referenciados que otros peronistas es un dato que no pasa desapercibido. Lo mismo con los grupos divididos por edad: los jóvenes de entre 16 y 25 años tienen un rechazo hacia el oficialismo.,
La expectativa sobre lo que ocurra el lunes 15 es alta para la economía, la política y la comunidad. Por ahora ese futuro cercano es incierto, tanto como el presente político de quienes conducen al país.
Fuente: MDZ