La ecuación es la siguiente: la selva misionera genera las condiciones de humedad para que se produzcan 600 milímetros de lluvia o más al año en toda la región. Esa lluvia inyecta agua al río Paraná que, a la vez, aporta tres cuartas partes al caudal del Río de la Plata, por lo que es evidente la dependencia que tiene el Río de la Plata del Paraná.
Los puertos de Rosario y Buenos Aires funcionan con un nivel importante de agua en los ríos. Si ese nivel disminuyera, los exportadores tendrían graves problemas económicos por los problemas de logística y el encarecimiento del transporte fluvial. De hecho, hace tres semanas, la Bolsa de Rosario publicó que la Argentina perdió en lo que va del año 620 millones de dólares por la bajante del río Paraná.
Pero el impacto no se produce solo en los ríos, ya que toda la zona de la Pampa Húmeda recibe agua de lluvia gracias a las condiciones de humedad que genera la selva misionera. Además, miles de cabezas de ganado vacuno y hectáreas maíz, trigo, soja y sorgo se nutren de agua del Paraná y del río Uruguay, así como los pueblos de más de siete provincias.
Entonces, si Misiones tomara la decisión algún día de dejar de cuidar la selva para plantar soja o para cualquier otro fin, la zona más rica del país tendría grandes y graves consecuencias económicas y sociales porque está demostrada la relación de la lluvia y el nivel de los dos ríos con el cuidado de la selva.
La paradoja es que Misiones no recibe nada de las otras provincias que se benefician de esta situación y es por ello que se está reclamando a la Nación una contribución económica por esos “servicios ambientales” que brinda y que cuesta dinero brindar.
El aporte hídrico en números
El Río Paraná aporta a la cuenca del Río de la Plata un caudal de 19.706 metros cúbicos de agua por segundo que equivale al 72% del caudal del Río de la Plata. El caudal de agua de Yacyretá para 2020 fue de 9.300 metros cúbicos por segundo.
No se trata de un dato menor si se tiene en cuenta que Argentina es un país considerado árido o semi-árido en un 75% de su territorio con un 85% del agua superficial originada en la Cuenca del Plata.

Sin el Río Paraná, el Río de la Plata pierde prácticamente tres cuartas partes de su caudal, bajaría escandalosamente. Sin la contribución que realiza Misiones con su selva al río Paraná, el río de la Plata disminuiría y no existirían lluvias de 600 milímetros de agua por año o más para humedecer la región pampeana productora de granos.
¿Cómo se comprueba la relación de la selva con las lluvias? Científicos en diversos estudios han encontrado la relación entre la selva tropical o la paranaense con las lluvias. Es que la selva genera condiciones de humedad que generan lluvias más abundantes que las que caen sobre las zonas áridas.
Cómo es la teoría: las regiones arbóreas con determinadas características podrían facilitar las condiciones que provocan la lluvia, porque atraen ingentes cantidades de vapor de agua de la siguiente forma: la evaporación y condensación de agua en el bosque provoca la caída de la presión atmosférica local; a su vez, esa caída de la presión atrae aire húmedo, lo que tiene como consecuencia que llueva, con la que aumenta aún más la concentración de vapor de agua en el bosque. Es decir, se trata de un fenómeno de realimentación.
El agua comenzará a escasear y el país entero sufrirá. La velocidad con la que vaya a escasear dependerá en gran parte del cuidado de la vegetación.
El daño económico de la sequía
El Ministerio de Agricultura de la Nación publicó su informe de sequía para septiembre de 2021. En todo el país, la sequía afecta 130 millones de hectáreas y a casi dos millones de bovinos. Se observa que los márgenes de un río Paraná con menor caudal durante 2021 registran sequías moderadas, más alto que en el resto del país. O sea que existe concordancia entre la sequía de una dada zona agrícola y el caudal de los ríos que drenan dicha zona agrícola.
Según dicho informe, la sequía en la zona centro, con 17 meses de duración, plantea dificultades para la navegabilidad de la Hidrovía, restricciones alimentarias para el ganado y enfermedades para cultivos. El daño económico y social es tremendo.
En cuanto al transporte de carga de la Hidrovía, se trasladó un 26% menos de la carga normal, pasando el costo de la carga de US$15 mil a US$35 mil, aumentado el costo logístico de la cosecha de soja en US$315 millones.
Menos soja, menos sequía
Si se toman las campañas de soja entre los años 2000 y 2020, en Chaco se sembraron 18 millones de hectáreas de soja (610 mil hectáreas por año), en Corrientes 372 mil (18 mil hectáreas por año) y Misiones sólo 44 mil (apenas 2 mil hectáreas por año). No es casual que el citado informe agregue que: “La superficie afectada en Chaco sumó 254.000 nuevas hectáreas, mientras que en Corrientes avanzó 1.170.000 hectáreas”. Si bien, Misiones registra sequía en el norte, no es casual que la superficie afectada sea mucho menor que en Provincias con más cultivo de soja.

Sin embargo, sin el reconocimiento por parte de la Nación y del resto de las Provincias al aporte hídrico que realiza Misiones, la tendencia a sembrar soja en la provincia irá creciendo. Mientras que en 2011 se sembraron 880 hectáreas de soja, en 2020 dicha superficie se multiplicó por cuatro.
Se observa entonces, con claridad, que el cuidado y mantenimiento de la selva paranaense otorga un beneficio económico a todo el país menos a Misiones, a la que le cuesta dinero. Para la Nación terminaría siendo “negocio” ayudar económicamente al cuidado de los bosques debido y seguir teniendo lluvias abundantes para producir los tan “ansiados” dólares que la economía nacional requiere.
Energía: otra fuga de dólares
La bajante de los ríos genera otro impacto económico que es la disminución de la producción de las represas, lo cual obliga al Gobierno a importar energía gastando los dólares que tanto se necesitan.
De acuerdo a la EBY, en el “primer mes de 2021 finalizó con un caudal promedio de 10.700 m3/s, que representa apenas el 70% del caudal medio mensual para enero considerando la serie 1901-2020”.
“La generación de la energía hidroeléctrica no es constante porque justamente está sujeta al caudal, en este caso del Paraná. El problema viene asociado a que ante una caída en este tipo de producción, las centrales termoeléctricas deben compensarlo y para ello necesitan gas, que hoy muestra una oferta decreciente. Aquí entra en juego una mayor importación que significa también mayores desembolsos del Tesoro vía subsidios para contener las tarifas en el mercado interno que están congeladas. Así es que sólo en subsidios, hasta junio ya se desembolsaron unos u$s5.200 millones y el año cerraría en torno a los u$s9.000”, detalló Jorge Lapeña, presidente del Instituto de la Energía General Mosconi al Diario Ámbito.
Mientras tanto, las estadísticas del INDEC muestran a las claras que la importación de energía no para de incrementarse y hasta julio acumula u$s3.000 millones en los primeros siete meses del año, lo que representa un incremento del 76% respecto al mismo periodo del 2020. De esta manera, en lo que va del año se observa un déficit acumulado de u$s715 millones ya que las exportaciones crecieron 8,6%, según el análisis del Instituto Mosconi.
Un futuro preocupante
Diversos estudios científicos han establecido un escenario preocupante para el futuro del país que sería mucho peor si no se toman previsiones.
• El IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) es el organismo de Naciones Unidas dedicado al estudio de las cuestiones vinculadas al cambio climático. Este organismo proyectó que el Río Paraná empezará a perder hasta el 40% de su caudal a partir de 2071. El IPCC estima el riesgo de una reducción del 6% de la cosecha de 11 cultivos para el período 2046-2055 como resultado del cambio climático.
• En su informe sobre el “Estado del cambio climático y Latinoamérica y el Caribe 2020” la Organización Mundial Meteorológica (WMO), determino que fue el segundo año más cálido desde que se lleva registro en Sudamérica. Las precipitaciones en Argentina fueron un 17% menores al promedio de la media durante 2020.
• De acuerdo a la OCDE, que nuclea a los países más desarrollados, Argentina perderá representatividad en la producción mundial de alimentos entre 2024 y 2050 por su exposición a variabilidad climática, quedando entre los 15 países con mayor riesgo agrícola por falta de agua (“Water risks hotspots for agriculture”, OCDE, 2017).
Fuente: Primera Edición