Isla Palacio y el centro de rehabilitación que busca una segunda oportunidad para los animales silvestres

Dia uno
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“La Estación Biológica ‘Juan Carlos Chébez’, ubicada en el Monumento Natural Provincial Isla Palacio, en el Lago Urugua-í, fue inaugurada en 2018, pero desde 2003 venimos trabajando en el lugar para la rehabilitación de animales silvestres. No existen muchos lugares así en Argentina”. Jorge Anfuso y su esposa Silvia son conocidos en el país y en la región por su profesionalismo, pasión y enorme compromiso con la fauna misionera. Jorge y su equipo, en un trabajo conjunto entre el Centro Güirá Oga de Puerto Iguazú y el Ministerio de Ecología, ha trabajado en exitosos proyectos de reintroducción de ejemplares autóctonos que se encuentran en serio riesgo. Después de experiencias exitosas como la del carayá negro y del pecarí labiado, ahora tiene el horizonte el objetivo de trabajar para salvar de la extinción al mono aullador rojo, declarado Monumento Natural Provincial.

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Hace unos días, Anfuso visitó la isla junto con el Ministro Ing. Víctor Kreimer. Repasaron lo hecho y analizaron acciones conjuntas futuras.

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“Conocimos la isla en 1997. Llevábamos en Misiones ocho años. Me pareció un lugar muy interesante para trabajar con fauna silvestre. Tiene una cerca natural que es el agua y está alejada de los humanos”, recordó.

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Para Jorge, es un sitio emblemático: “Se descubrió en los 40. Forma parte del Sistema de Áreas Alto Valor para la Conservación. Cuando lo vimos por primera vez, notamos que mostraba un muy buen estado de conservación y que la fauna se movía desde y hacia allí. Eso nos animó a seguir adelante. Primero limpiamos la isla, había signos de que la gente iba. Encontramos campamentos de cazadores, animales muertos, botellas y hasta una cocina abandonada”.

Comentó que “en 2003 recibimos autorización para trabajar con un Margay, que llevaba un collar y estaba entrenado con técnicas de cetrería. Era la primera vez que se usaba esa herramienta para entrenar halcones en felinos. Estábamos convencidos de que el gato se podía reinsertar. Seis meses lo tuvimos en la isla. Se acomodó en el ambiente y luego de estudios sanitarios lo soltaron en el Parque Urugua-í. Fue una experiencia satisfactoria”.

“Seguimos con campamentos no permanentes. Íbamos y trabajábamos dos o tres meses con una especie. Al estar en la isla, desalentábamos la presencia de furtivos. Ya no podían hacer lo que querían los cazadores. Los guardaparques empezaron a hacer patrullas muy intensas y el sitio se volvió muy seguro”, añadió Anfuso.

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En 2014, se proyectó la Estación Biológica y cuatro años después empezó a funcionar con su infraestructura para el personal, las jaulas y los corrales. “Llevamos adelante un proyecto con monos. Los entrenamos con técnicas de reflejo condicionado. La idea era habituarlos y anclarlos en un lugar y monitorearlos. Fueron tres años y medio. Resultó la primera reintroducción exitosa en Argentina del aullador negro, que tiene un status de conservación delicado. Teníamos ejemplares humanizados que habían sido sometidos a mascotismo. Queríamos saber si podían reinsertarse al medio natural. Todo funcionó correctamente. Hoy tenemos 11 monos que no necesitan nuestra ayuda, se mueven en la isla de manera silvestre”.

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Jorge tiene la esperanza de que lo mismo suceda con el aullador rojo: “Está en peligro crítico. Se cree que apenas hay entre 20 y 50 ejemplares en la selva misionera. La idea es hacer reintroducción con monos de esa especie llegados desde el Brasil”.

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Mencionó también la tarea con los pecaríes labiados, que prácticamente habían desaparecido del Valle del Cuñá Pirú: “La técnica que usamos es única. Certificamos que todos los animales puedan estar capacitados para hacer la vida libre. El pecarí, la presa más codiciada del yaguareté, también se halla en peligro. Llevaron una piara inicial de 8 ejemplares a la isla. Un año después eran 16 individuos, porque se habían reproducido. Los llevaron a Cerro 20, en el Parque Provincial Salto Encantado. Primero estuvieron en un corral y luego se abrió la tranquera. Ahora hay piaras de hasta 60 ejemplares. El pecarí labiado volvió al Valle del Cuñá Pirú después de que no se tuvieran registros de él durante 35 años”.

Anfuso indicó que también se trabaja en la rehabilitación de loros, pavas de monte y tucanes. “Los animales que se llevan para la liberación están monitoreados en el aspecto sanitario. Todos los análisis se hacen en el IMIBIO”, apuntó.

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Preparar a los animales para una segunda oportunidad. El noble objetivo es un proceso largo y complejo. La Isla Palacio es la última parada antes de la vuelta al monte, si es que el ejemplar aprueba todos los pasos. “Priorizamos los animales en peligro de extinción, los que se hallan en peligro crítico, los vulnerables. El proceso empieza en la cuarentena en Güirá Oga, sigue con los análisis del veterinario y luego el camino a la rehabilitación, tiempo en el cual a los animales se los entrena para cazar y defenderse en la naturaleza. Finalmente, van a la isla”, resumió.

Anfuso, que Guardafauna Honorario, destacó el trabajo conjunto con Ecología y con distintas instituciones públicas y privadas cuya misión es el cuidado de los recursos naturales de la provincia. Reconoció que siempre hay muchas cosas por hacer y que, para fortuna de todos los misioneros, tiene el mismo entusiasmo que cuando llegó a la Tierra Colorada en 1989.
 
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