En una entrevista con Télam, la profesora de Ciencia Política de la Universidad Saint Joseph de Beirut, Carine Lahoud-Tatar, identificó al movimiento islamista Hezbollah como la fuerza política más poderosa del país, que posee la llave para cualquier cambio, y analizó tres posibles salidas a corto plazo: elecciones anticipadas con un efecto limitado en el parlamento, un nuevo Gobierno de tecnócratas civiles pero sin poder real para garantizar reformas y un único actor con capacidad de forzarlas: la comunidad internacional.
El siguiente es un extracto de la entrevista de Carine Lahoud-Tatar con la agencia Télam:
Télam- ¿Qué es la élite a la que apuntó el primer ministro Hassan Diab en su discurso de renuncia?
Carine Lahoud-Tatar- Hay que irnos unos meses atrás, cuando Hassan Diab fue designado primer ministro, tras la renuncia de Saad Hariri el año pasado, por lo que llamamos los partidos gobernantes: Amal de Nabih Berri, presidente del parlamento; el CPL (Corriente Patriótica Libre) del presidente Michael Aoun y (el excanciller) Gebran Bassil, y Hezbollah, de Hassan Nasrallah. Fueron los padrinos de este nuevo Gobierno, fueron los que eligieron a los miembros del gabinete, porque eran tecnócratas pero de la tercera o cuarta línea de esos mismos partidos.
T-¿Estos son los tres actores políticos que controlan la política libanesa?
CLT- Los tres forman una coalición, pero yo diría que hay niveles. El partido más influyente hoy en Líbano es Hezbollah y tiene aliados. Primero están los cristianos de Michel Aoun y el CPL, y los chiitas de Nabih Berri. Después hay un segundo nivel de aliados, que son partidos más chicos. Pero la cabeza de esta jerarquía, de este sistema, hoy es Hezbollah.
T- ¿Cómo reaccionó Hezbollah a las explosiones de la semana pasada y a la actual crisis?
CLT- Nasrallah dio un discurso y rechazó toda responsabilidad. Dijo que no sabía nada de lo que pasaba en el puerto de Beirut, que no maneja ninguna fuerza de seguridad que opera allí y hasta aseguró que sabe más de lo que pasa en el puerto de Haifa (en Israel), que en el puerto de Beirut. Pero es vox populi que Hezbollah sabe todo lo que entra y sale del puerto y el aeropuerto aquí.
T- En su discurso de renuncia, Diab se distanció de todos estos dirigentes políticos. ¿Cómo lo interpretó?
CLT- Hace mucho, incluso antes de las explosiones, se estaba pidiendo la renuncia de este Gobierno porque no era independiente, como se dijo al asumir, no eran tecnócratas, no hicieron nada y no tenían ninguna visión política o económica para sacar adelante al país. Pero su renuncia es solo un paso. Para que haya un cambio debe renunciar el parlamento y el presidente también, y debe responderse una pregunta central: ¿Qué va a pasar con la fuerza militar de Hezbollah ahora?
T- El discurso de Diab pareció indicar que el parlamento no apoyará su propuesta de elecciones anticipadas.
CLT- Totalmente. Ni Hezbollah ni el presidente ni Berri quieren elecciones anticipadas ahora porque temen ver reducida la amplia mayoría que tienen ahora en el parlamento, 74 de los 128 diputados. El problema es que con el actual sistema electoral podrías llegar a tener un grupo opositor de 20 o 25 diputadores, no mucho más. Podría ser un buen paso para iniciar el cambio, pero no será una mayoría.
T- ¿Cuál es la alternativa? ¿Formar un nuevo Gobierno?
CLT- Primero, sin dudas, hay que formar un nuevo Gobierno. Después hay que redactar una nueva ley electoral y, recién luego, llamar a elecciones anticipadas. Pero todo esto será posible si Hezbollah acepta esta reforma y, por ahora, ni Hezbollah ni los presidentes de la República y del parlamento están listos para aceptar una reforma electoral y política. Por ahora no hay un mapa claro de reformas, pese a que la comunidad internacional está presionando a los partidos políticos libaneses para cambiar y avanzar en un proceso de reformas, si desean volver a obtener créditos y ayuda financiera.
T- ¿Cree que la presión internacional puede ser efectiva en forzar un cambio?
CLT- Libano está al borde del colapso. Hay una crisis social, pero desde hace un año hay un derrumbe económico y financiero: devaluación, un creciente desempleo y cerca del 50% de la población bajo la línea de pobreza. Muchos comparan la situación económica de Líbano con la de Venezuela, pero creo que al menos Venezuela tiene petróleo. La situación acá es catastrófica y el Estado necesita dólares. Por eso, la comunidad internacional está presionando y poniendo condiciones a la ayuda financiera: la más importante es que definan la situación de Hezbollah.
T- ¿La presión interna, desde las calles, puede hacer la diferencia?
CLT- La presión de las calles es necesaria, debemos mostrar nuestro descontento. Pero no es esa presión la que hará cambiar al Estado libanés y sus partidos gobernantes. Las autoridades han demostrado que pueden ser indiferentes a los que sucede en las calles, pero el país está en un estado de colapso financiero y económico y necesita dólares.
T- En este contexto de profunda crisis, ¿es posible imaginar algún tipo de fractura en la alianza de los partidos gobernantes?
CLT- Estos partidos tienen un interés común: mantener el sistema como está y mantenerse en el poder. Si uno colapsa, el sistema que sostienen podría comenzar a caer y, por eso, existe una fuerte solidaridad entre estas fuerzas y, especialmente, entre las élites políticas, económicas, militares y religiosas. Por eso, el sistema sectario en Líbano es tan resiliente.
Fuente: Telam