Imperdible relato del gobernador ante jóvenes estudiantes de Alem. Reveló cómo llegó a la tierra colorada, su incursión en el periodismo deportivo entrevistando a Maradona y el pediatra que eligió San Pedro para desarrollarse como galeno y vincularse a las políticas públicas.
Baja del auto y a los dos metros saluda a un vecino. Recibe un papel, lo lee y si el pedido es sencillo lo resuelve de inmediato. Avanza, se encuentra con el anfitrión y pregunta detalles “de la reunión” de trabajo, porque la palabra “inauguración” no es prioritaria en su léxico. Es Oscar Herrera Ahuad, el gobernador de Misiones que le imprime un ritmo vertiginoso a su gestión y le pone el mismo énfasis a la habilitación de un hospital de alta complejidad, como a reuniones con vecinos, jóvenes, abuelos, deportistas o colegas médicos.
“Mi día tiene 24 horas como la de cualquier persona, pero se divide en tres. Ocho horas para trabajar, ocho horas más para trabajar y las ocho restantes, en 4 para descansar y 4 para seguir trabajando”, explicó ante medio centenar de estudiantes secundarios, que durante la semana pasada lo recibieron en una reunión juvenil en el Club Germano Argentino de Leandro N. Alem.
Lo que se armó para que Herrera Ahuad escuchara a los jóvenes misioneros y les explicara las políticas públicas que lleva adelante para estudiantes de los últimos años de la secundaria, se transformó en una entrevista donde el médico que conduce el Poder Ejecutivo provincial, relató su historia de vida y el encanto con la tierra colorada.
Su primera vez en Misiones
Mientras muchos creían que había participado de un zoom con gobernadores y el presidente, donde se acordó el congelamiento y control de precios de más de 1400 productos de consumo masivo, Herrera recorría la provincia cumpliendo su rigurosa agenda.
En Andresito visitó un destacamento de la policía rural y bajó hasta Alem para habilitar la sede del Fondo de Crédito. Y antes de emprender el regreso a Posadas, les confió a estudiantes, varios capítulos de su vida, digna de una película.
“Yo no nací en Misiones. Nací en un pueblo del interior de Santiago del Estero”, soltó Herrera Ahuad ante el asombro de la platea. En Quimili creció bajo la mirada de padres docentes. “Mi papá ya falleció, mi mamá vive. Somos tres hermanos y un tío mío, que era médico, se casó acá en Misiones y como no tenían hijos, les pidieron a mis padres si yo quería venir de vacaciones a Puerto Rico en el verano”, cuando había terminado de cursar la primaria.
No fue un verano más, al margen de que dejaba el caluroso Santiago del Estero por otro caluroso Misiones, “pero con ríos y arroyos”; para Oscar Herrera Ahuad fue “uno de los veranos más lindos de mi vida”, hasta que su tío le hizo la pregunta clave: “¿No te querés quedar a vivir con nosotros?”.
No lo pensó mucho, “porque acá en Puerto Rico teníamos pileta y en Santiago no. Tenía la posibilidad de elegir varios secundarios para comenzar a cursar y en mi pueblo había uno que se estaba por crear y no sabía si iba a tener posibilidades de estudiar”. A eso le sumó que “en Misiones podría practicar varios deportes y abundaban los lugares para salir a la noche y así como muchos se deslumbran cuando van por primera vez a Buenos Aires, a mi me deslumbró Misiones y su fantástico verano”.
Decidió quedarse a estudiar en Misiones con sus juveniles 12 años y el desarraigo se sentía en la ausencia de padres y hermanos. “Pero mis tíos me querían como si fuera un hijo y me daba pena dejarlos acá para volver a Santiago del Estero”, recordó.
Tras varios amagues de regreso, los años de secundaria transitaron íntegramente en la tierra colorada y sólo volvía a Quimili en algún fin de semana largo, semana santa y fechas especiales. “Lo que más extrañaba era la caricia de mi madre y la voz de mi padre que eran irremplazables”.
Cuando en segundo año de la secundaria el regreso a Santiago del Estero era una decisión tomada, “me puse de novio en Misiones” y ya no se fue más. “Terminé la secundaria en Puerto Rico, en la escuela Normal Superior número 3”.
Medicina con escala en el periodismo
Cuando completó el ciclo de la secundaria, decidió estudiar medicina, una vocación que le transmitió su tío, “aunque nadie creía que lo iba a conseguir”.
Los inicios fueron buenos, “pero al poco tiempo vino todo el problema económico de la Argentina en la década del 90 y mis padres me dijeron que era imposible sostenerme estudiando en Corrientes, cuando ya había pasado a segundo año”, rememoró.
“Yo estaba decidido a lograrlo y estudié en simultáneo periodismo deportivo, me recibí y comencé a trabajar en radio Provincia de Corrientes, con pequeñas colaboraciones y una pequeña columna los sábados por la tarde”. Ese compromiso le permitió “conseguir un canje”, en una rotisería llamada La Criollita “y con eso tenía asegurada la comida del día. Y con lo que me pagaba la radio, cubría el alquiler”.
Su trayectoria como periodista deportivo lo llevó a desempeñar tareas en otros medios correntinos, fundamentalmente en periódicos y con el arribo de Mandiyú a la primera división del fútbol argentino y el desembarco de Diego Maradona como entrenador, se transformó en corresponsal de varios medios de Buenos Aires
“YO LE DEBO MUCHO A MARADONA, PORQUE GRACIAS A QUE ÉL ME DABA NOTAS, YO LAS VENDÍA A LOS MEDIOS DE BUENOS AIRES Y ESO ME PERMITÍA SOSTENERME EN CORRIENTES”, CONFESÓ.
Fuente: Misiones Online