Desde la creación del Servicio Extensión Yerbatero el INYM fortaleció su tarea de acompañamiento a los productores, proponiéndoles estrategias para lograr un mejor rendimiento en cada cosecha y, al mismo tiempo, para fomentar la sustentabilidad de los recursos de la chacra; especialmente el suelo. Una de las zonas donde se realiza este apoyo técnico a los pequeños productores es el municipio de Montecarlo y sus colonias vecinas. «Tengo entre 70 y 75 productores a quienes visito permanentemente», explica la ingeniera agrónoma Silvina Machuca, integrante del equipo técnico del INYM. Como es bien conocido, el grueso de las chacras yerbateras se encuentran camino adentro de las colonias y hay que recorrer varios kilómetros de tierra colorada para llegar.
«Pegar la vuelta para visitar a todos los productores me demanda unos 50 días», comenta. Por supuesto que el asesoramiento no se restringe exclusivamente a su grupo, ya que siempre hay un productor que quiere mostrar su yerbal y pedir algún consejo. Durante este mes de agosto, acompañamos una de las recorridas efectuadas por la zona de Colonia Itacuruzú. La primera parada fue en la chacra de Enrique Clausen, quien en el 2015 se sumó al programa «3×1» para la renovación de viejos yerbales. «Esto era un potrero y decidí incorporarme a ese programa del INYM que nos proveyó de plantines de semilla certificada. En la hectárea plantada hubo un prendimiento del 99%», relata el productor. Este entusiasmo inicial por la calidad de los plantines se tradujo luego en satisfacción por el rendimiento obtenido en la cosecha. «El año pasado este cuadro de una hectárea tuvo un rendimiento de 6.800 kilos, que es muy bueno comparado con los yerbales antiguos que son de 3.000 o 4.000 kilos», explica, mientras apura el serrucho sobre una rama gruesa. Enrique está al frente de la cosecha. Trabaja el sistema de poda de rama madura de dos años, y también hace el viruteo, la limpieza y el despunte de las plantas. «Hace todo con el serrucho y la tijera, más la manos que también son herramientas», destaca Machuca y subraya que «siempre se hace hincapié en la buena calidad de la herramientas, además de la desinfección de los implementos y de las manos para evitar la transmisión de alguna plaga en el cultivo». La profesional trabaja codo a codo con el productor para no dejar de lado un factor elemental como es el suelo. El año pasado realizó un muestreo y análisis, con posteriores recomendaciones para que se apliquen nutrientes y alcanzar los valores normales. También acercó a Clausen un biofertilizante foliar orgánico provisto por el Ministerio del Agro de Misiones. «Todo esto ayuda mucho», apunta la ingeniera, para agregar que en este lote se desarrolla una cubierta de suelo natural, con nabo forrajero que se resiembra solo. «En verano queremos aportar algo de poroto sable o si no, manejar la cubierta espontánea que venga», anticipa.
PRODUCTORES Y TÉCNICOS, UNA ALIANZA QUE PROMUEVE MEJORES COSECHAS Y YERBALES SUSTENTABLES
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