Una puesta en valor que permite reescribir la historia del Edificio Del Molino

Dia uno
Dia uno

La recuperación del patrimonio inmaterial o intangible del Edificio Del Molino, que forma parte de su puesta en valor integral, permite también reescribir su historia, ya que se había «sellado» un relato con contradicciones en las fechas y que silenció algunas cuestiones, según la especialista Mónica Capano que asesora a la Comisión Bicameral Administradora del inmueble.

«Se ha sellado una historia de El Molino, que hay que revisitar porque no coinciden las fechas», dijo a Télam Capano.

Ese relato consolidado que aparece con mínimas variantes en guías turísticas o portales de internet, dice que los fundadores de la Confitería El Molino fueron Constantino Rossi y Cayetano Brenna, quienes al menos desde 1850 eran propietarios de la Confitería del Centro, ubicada a una cuadra, en la intersección de las actuales Avenida Rivadavia y Sáenz Peña.

Si fuera así, «Cayetano Brenna habría vivido 200 años, porque murió en 1938. Pero recurriendo a libros de la ciudad, artículos periodísticos antiguos y otros documentos he compuesto un relato diferente del que circulaba, con algunos matices», aseguró

«Se ha sellado una historia de El Molino, que hay que revisitar porque no coinciden las fechas»

MÓNICA CAPANO

Ocurre que «las fuentes son pocas porque eran cuestiones cotidianas consideradas de poca importancia y no entraban en los estudios», sostuvo.

Otro aspecto que apareció en esta reconstrucción histórica es su probable vinculación con el «anarquismo», de gran presencia en el gremio de los panaderos.

«Mientras había una sociedad que parecía que iba al progreso sin obstáculos, al mismo tiempo aparecían las luchas obreras que justamente tenían su epicentro entre lo que es hoy las plazas Miserere y Lorea…¡y El Molino está en el medio!», explicó Capano.

«Y justamente uno de los gremios más combativos fue el de los pasteleros que tenían un sindicato muy fuerte que se llamaba ‘Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos’ que fundó un italiano a fines del siglo XIX», detalló.

Este sindicato «se iba fortaleciendo con los italianos y españoles» que llegaban al país como parte de la Gran Inmigración y solía ocurrir que «alguno de ellos lograba tener un poco más de capital y se convertía en propietario de una panadería», comercios que siempre estuvieron «muy ligados a los molinos harineros» concentrados en Plaza Lorea, donde además era habitual que hubiera «despacho de pan».

«Esa sociedad hace una de las huelgas más grandes en 1888, que dura como 10 días y está relacionada con el nombre que adquirieron las facturas en Buenos Aires: ‘bolas de fraile’, ‘suspiros de monja’, que tiene que ver con la oposición de los anarquistas a la Iglesia; y ‘bombas’, ‘cañoncitos’ y ‘vigilantes’, que alude a la represión policial», indicó Capano.

Otro aspecto que apareció en esta reconstrucción histórica es su probable vinculación con el "anarquismo", de gran presencia en el gremio de los panaderos.

Otro aspecto que apareció en esta reconstrucción histórica es su probable vinculación con el «anarquismo», de gran presencia en el gremio de los panaderos.

Con esos antecedentes en el gremio al que se iba a incorporar, en 1883 llegó a la Argentina Cayetano Brenna, según está «documentado a través de fuentes históricas», señaló.

«Brenna va amasando un capital con Rossi, pero en una panadería que estaba en Rodríguez Peña y Rivadavia llamada ‘Confitería Central’, donde seguramente llegaron en calidad de empleados y terminan comprándola. Después muere Rossi, y ya solo Brenna empieza a comprar propiedades y termina instalándose con la panadería en la ubicación actual, que inicialmente era solo la esquina, con planta baja y dos pisos», dijo.

Posteriormente, Brenna adquiere los terrenos a la izquierda y derecha del inmueble inicial y le encarga al afamado arquitecto Francisco Gianotti -que ya había construido la Galería Güemes (1915)- que diseñe un inmueble que unifique las tres propiedades y se eleve hasta los 52 metros de altura actuales, con sus cinco pisos, tres subsuelos y su torre con vitrales y remate aguja en estilo Art Nouveau.

Para Capano, la confusión cronológica viene de la mano también con que Brenna «hace propia la historia anterior» de la antecesora Confitería del Centro, «y se plantea una empresa con una historia, aunque parte no la haya vivido».

"Las fuentes son pocas porque eran cuestiones cotidianas consideradas de poca importancia y no entraban en los estudios".

«Las fuentes son pocas porque eran cuestiones cotidianas consideradas de poca importancia y no entraban en los estudios».

La especialista ubica «en esta línea del anarquismo» dominante en el gremio, la invención de un postre por parte de Brenna cuya denominación funcionó como «una metáfora para marcar, desde su profesión, una posición política».

«Brenna inventa en 1917 un postre que se llamó el ‘Imperial ruso’, conocido en el mundo como ‘el postre argentino’ que iba acompañado de un papelito con instrucciones que decían ‘Cortarlo con un cuchillo mojado porque si no se desmorona’. Y esto no era un homenaje a los zares sino a la Revolución, porque lo que se estaba desmoronando era el imperio», dijo.

Otra manifestación de la participación política de los dueños del edificio Del Molino se produjo con motivo del golpe de estado de 1930 que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen.

«La Confitería tuvo que cerrar varios días porque los cadetes que estaban a favor de Uriburu ingresaron con caballos y destrozan toda la parte de abajo. Esto se debía a que en el balcón del primer piso de El Molino había radicales que atacaban a tiros a los insurrectos», dijo.

Fuente: Telam

Share this Article