En su alegato, Hugo Tomei aseguró que «el hecho no está probado»

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Crimen de Fernando Báez Sosa: el defensor de los rugbiers pidió la absolución

El abogado construyó una narrativa alternativa y aseguró que «se imputó otra cosa distinta de lo que se alegó» en el caso de sus ocho defendidos. En sus últimas palabras, los acusados pidieron disculpas y dijeron estar arrepentidos.

No hay dolo. No se pudo probar el plan para matar. No hubo estado de indefensión. Hubo una agresión de mis defendidos y creo que ese hecho debe ser encuadrado y calificado en el artículo 95 como homicidio, agresión en riña«, postuló Tomei al cierre de una exposición de tan sólo una hora y cuarto que buscó desmontar la «narrativa» que, según su planteo, se armó alrededor del caso y derivó en una fuerte «condena pública» sobre los jóvenes que defiende. Los medios y Fernando Burlando, abogado de los padres del chico asesinado, quedaron señalados como los responsables de esa narrativa. «En su defecto», dijo Tomei, la Justicia debería considerar el homicidio simple con dolo eventual –de 8 a 25 años de prisión–, lo cual implicaría que «se distribuyan las participaciones» de los acusados, o el «homicidio preterintencional» –tres a seis años–. Durante el alegato, Graciela se retiró: se descompuso.

Las últimas palabras de Graciela Sosa

Fue una jornada mucho más breve que la del miércoles, cuando la defensa y la Fiscalía presentaron sus alegatos durante casi 11 horas, y coincidieron en el pedido de perpetua para Máximo Thomsen, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz, Luciano, Ciro y Lucas Pertossi por homicidio doblemente agravado por alevosía y concurso premeditado de dos o más personas. Fue, además, una jornada intensa. 

Comenzó con las conmovedoras palabras de Graciela. «Nunca pensé que estaría en este lugar. Siempre pensé que algún día mi hijo se recibiría y estaría viendo como él defendía a la gente. Nunca me atreví a mirar los videos. Acá los vi reiteradas veces. Miles de veces. Me costó horrores ver la forma como asesinaron a mi hijo. Nunca podré olvidar cuando levantaba su mano implorando piedad«. El cierre fue con los testimonios de los acusados por el homicidio.

Afuera del edificio, un reducido grupo de vecinos aplaudió a los fiscales Gustavo García y Juan Manuel Dávila en su llegada y gritó «asesinos» y «perpetua» cuando los acusados, primero, y luego sus padres, ingresaron al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Dolores. En el vallado, cubierto de banderas y carteles, apareció una bandera nueva, grande: «Justicia por Fernando». Llamó la atención que los padres de los acusados llegaran en vehículos particulares. El conductor de la combi con vidrios polarizados que solía trasladarlos, oriundo de la ciudad, padeció en estos dáis el rechazo de los comerciantes de la zona. No querían venderle. Desde hace días, «Si no es perpetua no es justicia» es la sentencia que se observa en los carteles pegados en árboles, postes y todo tipo de locales del pequeño centro de la ciudad. La comunidad de Dolores empatizó con el dolor de los padres del joven, lo hizo propio, a la vez que hizo propia la causa del pedido de perpetua.

El alegato de Tomei

Con un tono de voz tranquilo, Tomei fundamentó su pedido de absolución a partir de una “cuestión extremadamente técnica”. «El hecho no está probado. Se prueba lo que se imputa. Pero se imputó otra cosa distinta de lo que se alegó ayer», argumentó en referencia al miércoles. La imputación «habla de cinco sujetos» involucrados en la golpiza; en cambio, los alegatos, de los ocho, ejemplificó. Hizo que se pusiera de pie Lucas Pertossi y preguntó: «¿A quién le pegó?». Luego hizo lo mismo con Luciano: «Te acusaron de pegar a los amigos (de Fernando) para hacer un cerco. Te imputaron lesiones de cinco chicos. ¿Querés elegir uno? Lo puedo elegir yo”. Ayrton Viollaz fue el tercero en pararse. Inicialmente se había planteado que él era tan sólo el arengador, por eso Tomei lo eligió. “Lo estábamos defendiendo de otra cosa. No del grito de ‘ahora’”, indicó. Es que en los alegatos de querella y Fiscalía, Viollaz fue señalado como el que hizo la advertencia de que la Policía había despejado la zona y había llegado el momento del ataque.

«Principio de congruencia» es el nombre técnico de lo que estaría en juego. El fiscal García aseguró luego que no hubo una violación de este principio, ya que «se trata de un mismo hecho histórico» y sólo «hubo un cambio» en su «descripción».

Otra intención del alegato, que comenzó al mediodía, fue desmontar una «narrativa impecable» sobre hechos que, según Tomei, «se dicen y no se prueban». «Represento a ocho condenados por el poder mediático, la sociedad y la opinión pública. Contra eso es muy difícil. También es una forma de traccionar el Poder Judicial y obtener una sentencia que tiene que ver con el criterio de la opinión pública», manifestó. Fue, quizás, el punto menos previsible de su exposición.

La pantalla mostró un video de intervenciones mediáticas de Fernando Burlando, tildando a los acusados de “cagones”, “hijos de puta”, “asesinos”, “cobardes”.

“Este caso, no sé por qué, tuvo una impronta mediática inigualable. Se ha transformado en un paradigma de lo que no debe ocurrir. Horas y horas de reproducción de videos y audios, expuestos en las redes sociales, canales de televisión, programas destinados a condenar”, sostuvo el abogado. Antes había hablado de la «violencia» padecida por él mismo, los familiares y los detenidos en tres años. A él le habían gritado asesino antes de ingresar.

Si hubiéramos tenido el golpe exacto que causó la muerte estaríamos hablando de un homicidio de alguien en particular que hizo tal gesto. Como no lo tenemos, teníamos a diez chicos revoltosos en Gesell en aquél momento y lo más fácil fue cerrar esta historia: los dejamos a todos detenidos, a ver si podemos obtener algún dato. Pero no sabemos quién fue ni lo vamos a saber nunca”, planteó. “Mientras escuchaba pensaba en la autopsia, se habla de la saña. ¿Dónde fue ese golpe? ¿Por qué no está? Lo que tiene son moretones y raspones. Y son seis. ¿Qué sucede con esa contraposición de datos?” La mamá de Tomás D’Alessandro -joven golpeado en la misma paliza que fue testigo y asistió a todas las audiencias- hacía un gesto de incredulidad con la cabeza.

Lo cierto es que, según la declaración de Diego Duarte, el perito que hizo la autopsia, el cerebro de Fernando estaba contenido en el cráneo, pero reventado. En efecto, el perito dijo que nunca había visto «algo así». Tomei cuestionó, también, a la RCP. Entendió a su vez que «no se pudo comprobar el plan para matar en esos siete minutos que la fiscalía descubrió» y que «no hubo estado de indefensión, bajo ningún concepto».

El miércoles, Burlando había dicho que el asesinato fue una «cacería», que Báez Sosa fue «fusilado», que “cada golpe era un disparo y cada patada un tiro”. 

Tomei recreó otra imagen. «No tenían idea. No tenían dimensión. Eran unos chicos que cometieron un delito, si se quiere. Pero hay que verlo todo en su conjunto. Tenían dos autos para la huida, se quedaron; filmaron su propio crimen. ¿Una empresa criminal se puede manejar de esa manera?«, señaló. Respecto de los mensajes que los acusados intercambiaron entre ellos y con otros amigos, argumentó que eso habla de que «no concientizaron» el hecho.

Sumó: la evidencia está «contaminada». Cuestionó la validez de los testimonios a tres años del episodio, especialmente las del custodio de Le Brique, Alejandro Muñoz –crucial en los alegatos del miércoles–, y de Tomás Bidonde, testigo del hecho. Señaló una incompatibilidad entre el hecho de que haya existido una pelea en el interior del boliche y el concepto de alevosía, porque no habría, en ese caso, estado de indefensión. Aseguró que los 10 chicos –dos fueron sobreseídos– fueron detenidos «sin evidencia» y rápidamente.

Cuando tomó la palabra Graciela, algunos de los padres de los acusados mostraron incomodidad: se cubrían la cara; apoyaban los brazos sobre los pupitres con la cabeza para abajo. Al turno de los alegatos de Tomei el panorama cambió. Se los veía más aliviados. «Se nos implanta una idea en la cabeza y de pronto creemos lo que no sucedió»; «la verdad aparece de sólo nombrarla»; «no hay palabra que alcance para el sufrimiento que están atravesando», aunque «no es comparable con la muerte», hilaba el abogado. «¿Cómo le vamos a creer a Máximo Thomsen? Si es un salvaje, un asesino; esas palabras retumban en el palacio de Justicia hasta que la sentencia diga lo contrario», fueron otras de las frases que configuraron la narrativa alternativa de Tomei.

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