La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a 38 de las economías más sólidas del mundo, invitó esta semana formalmente a Perú a unirse a sus filas, justo cuando el país pasaba por otro de sus constantes momentos de gran ruido político.
«El Gobierno (de Pedro Castillo) muestra poco en lo político, pero en los índices macroeconómicos es otra cosa», dijo en entrevista con Télam el politólogo Roger Santa Cruz, en referencia a que, a pesar de los enfrentamientos internos, las cifras peruanas siguen siendo bien vistas en el exterior.
Santa Cruz destacó que la OCDE trabaja sobre todo en la concreción de adecuadas políticas públicas, por lo que la invitación a Perú -extensiva a Argentina, Brasil, Bulgaria, Croacia y Rumania-, habla de cómo se ve al país desde el exterior, incluso bajo un Gobierno al que los rivales tachan de «comunista».
«Abrazaremos este reto con profundo compromiso a nivel multisectorial y en permanente diálogo con los otros poderes del Estado, la sociedad civil, los sindicatos, los gremios empresariales y las universidades. La relación entre Perú y la OCDE se basa en una vinculación que nos beneficia mutuamente», señaló Castillo el jueves, tras firmar una carta en la que acepta la invitación.
Perú expresó deseo de entrar a la OCDE desde 2012, al amparo de buenos números macroeconómicos derivados, a su vez, de los buenos precios de los commodities. Empero, siempre había detalles por afinar, lo que ahora entran a una fase de superación definitiva.
«Celebremos esta buena noticia para el país. La organización que agrupa a las principales economías del mundo ratifica la confianza sobre el manejo de la economía, la institucionalidad y la gobernanza en los últimos años», reaccionó en Twitter la vicepresidenta, Dina Boluarte.
Siete meses después de iniciado el Gobierno, destacó Santa Cruz, «no hay ni sombra de la dictadura comunista ni del modelo venezolano de que hablaban en sus discursos los grupos de poder con la intención de atemorizar».
La invitación de la OCDE es, a su manera, una muestra de eso.
«Celebremos esta buena noticia para el país. La organización que agrupa a las principales economías del mundo ratifica la confianza sobre el manejo de la economía, la institucionalidad y la gobernanza en los últimos años»
Ahora vendrán afinamientos para que, en unos cuatro años, Perú se una oficialmente en la OCDE a Chile, Colombia, Costa Rica y México, así como a Argentina y Brasil si completan el proceso. En el grupo hay potencias como Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
También están Australia, Austria, Bélgica, Corea del Sur, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Israel, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia, Suiza y Turquía.
En medio del desgastante ruido político y de la pandemia de coronavirus que devastó las economías, Perú mantiene comparativamente cifras esperanzadoras, al margen de que se le enrostre que los avances macro no se reflejen mucho en mejores condiciones de vida para amplios segmentos.
Pero el relativo consenso en la economía está muy alejado de los ásperos choques políticos entre un Gobierno al que se percibe como errático y una oposición que pareciera tener como único norte la destitución del presidente, a quien aún le restan cuatro años y medio de mandato.
Esta semana, el ruido estuvo por cuenta de las primeras entrevistas periodísticas que dio Castillo, en las que, según sus críticos, se mostró desconocedor de sus funciones e inapto para gobernar. Para la oposición e incluso para algunos independientes, el mandatario dio «vergüenza».
En las entrevistas con CNN en español y dos medios locales –el semanario Hildebrandt en sus Trece y la televisora por cable Exitosa-, el jefe de Estado argumentó que sus errores obedecen a que no se formó para el cargo, aunque matizó con que está en pleno aprendizaje.
«Nunca me formé para político. Nunca fui formado para presidente. (…). A mí nadie me entrenó», dijo Castillo en CNN. En las otras entrevistas fue reiterativo en describirse como «un hombre del pueblo» sin formación para gobernar.
«No sales en una entrevista después de seis meses a decir lo que debías haber dicho al inicio. Me parece que el diseño del discurso no fue el adecuado», criticó la experta en opinión pública Giovanna Peñaflor.
Para el politólogo Santa Cruz, tuvo además la desventaja de que, ante la negativa a reconocer la derrota por parte de su rival en las elecciones, Keiko Fujimori, a Castillo le faltó tiempo para formar un equipo y para que él mismo se sometiera a un entrenamiento más prolijo.
Su relación con los medios
Castillo, agricultor y profesor de escuela rural que ha vivido la inmensa mayoría de sus 52 años en su pequeño caserío natal andino, Puña, llegó a la presidencia a nombre del partido de izquierda Perú Libre sin una experiencia de vida pública distinta a la dirigencia sindical en el magisterio.
La decisión de conceder tres entrevistas en apenas unas horas fue una respuesta a las permanentes críticas que se le hacían al presidente por no hablar con la prensa y comunicarse solo a través de Twitter.
Pero la supuesta mala perfomance le dio más insumos a la derecha radical. La parlamentaria Rosseli Amuruz, por ejemplo, presentó una moción para que el Congreso inste al presidente a renunciar, mientras algunos de sus colegas buscaban en las respuestas posibles elementos para un nuevo proceso de vacancia (destitución).
Perú completó varios períodos en los que relativos logros en lo macroeconómico van en contravía con choques políticos permanentes, derivados en buena parte, en concepto de Santa Cruz, de la mala calidad de la clase política nacional.
Fuente Telam