La representante especial de la ONU en Libia, Stephanie Turco Williams, dijo hoy que es «tiempo» para encontrar una solución al conflicto libio, que dura ya nueve años, y permitir a los libios que se embarquen en un proceso político mediante el diálogo.
En una declaración a la prensa en la capital de Argelia, tras reunirse con el presidente Abdelmadjid Tebboun, expresó la «preocupación» del secretario general de la ONU, António Guterres, sobre la situación en Libia y su llamamiento a las fuerzas extranjeras para que detengan su interferencia en el país norafricano, informó la agencia de noticias EFE.
La diplomática estadounidense insistió en la necesidad de poner fin a la «impunidad internacional «que hace que algunos países» no respeten el embargo impuesto por la ONU a las armas que regresan ilegalmente a Libia, así como «la impunidad interna en Libia, tras las violaciones de los derechos humanos del hombre».
En ese sentido, Williams precisó que la ONU está trabajando bajo los auspicios del acuerdo de Berlín, del cual Argelia forma parte, para tratar de encontrar una solución política a la crisis en Libia y también actuar en el lado económico.
«Hoy tuve garantías de Argelia para apoyarnos en esta iniciativa que permita llegar a un alto el fuego y poner fin a este conflicto que ha durado tanto», dijo la representante del secretario general de la ONU.
La duplicidad institucional en Libia se retrotrae a las elecciones parlamentarias de 2014, que dividieron los poderes, sin que las autoridades asentadas en el este -anteriormente reconocidas por la comunidad internacional- y el Gobierno de unidad, surgido de un acuerdo en 2015 y reconocido actualmente por la ONU, consiguieran pactar su unificación.
El Gobierno reconocido por la ONU y que pelea contra el rebelde Ejército Nacional de Libia, que tiene su sede en el este del país, está dirigido por el mariscal Jalifa Hafter y respaldado por Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Francia.
La guerra civil se recrudeció en Libia a fines de 2015 como consecuencia del fracaso del plan de paz diseñado por la ONU, que dejó el país divido con dos gobiernos enfrentados, uno llamado de Acuerdo Nacional (GNA) sostenido por la ONU en Trípoli, y otro no reconocido por la comunidad internacional tutelado por el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del país.
Los combates se repiten con extrema intensidad en el oeste del país desde que hace quince meses el líder militar levantara un cerco para tratar de conquistar la capital.
Desde entonces, murieron más de 1.800 personas -cerca de 400 de ellas civiles-, alrededor de 20.000 han resultado heridas y cerca de 200.000 se han visto obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos.