La soja cerró una semana de alta volatilidad en los mercados internacionales, con jornadas en la que tras alcanzar niveles récords parciales, no terminó de quebrar el máximo histórico registrado el 4 septiembre de 2012, cuando finalizó las operatorias en US$ 650,74 la tonelada.
Estos buenos precios internacionales, sumados a otros factores económicos y políticos, en la Argentina podrían determinar un incremento de la superficie dedicada al cultivo de la oleaginosa y quebrar así una tendencia de retroceso de 7 años.
Tras tres sesiones consecutivas al alza, el jueves el poroto tuvo su momento más álgido al negociarse en buena parte de la operatoria en el mercado de Chicago por encima de los US$ 655 la tonelada, para después retroceder a US$ 650 a la hora del cierre.
No obstante, el commoditie concluyó la semana en precios históricamente altos y con una importante suba, en un contexto donde los fundamentos de los incrementos se mantienen firmes.
Así, en los últimos cinco jornadas el poroto pasó de US$ 623,82 a US$ 641,36 la tonelada, lo que significó un avance del 2,81%, mientras que la harina subió 5,2% hasta los US$ 472,99 la tonelada.
Lo contrario sucedió con el aceite de soja, que pasó de US$ 1.804,45 a US$ 1.781,53 la tonelada en similar lapso.
Las razones por las cuales el poroto tuvo una escalada en su precio obedecen a dos cuestiones: la guerra en Ucrania y la fuerte demanda de la soja estadounidense.
De hecho, Estados Unidos aumentó sus niveles de procesamiento de soja para la fabricación de biocombustibles, mientras que los despachos mostraron en las últimas semanas una buena performance.
Todo esto en el marco de que en el país del norte tomó fuerza la siembra de la oleaginosa, lo que da lugar a que cualquier evento climático se convierta en «driver» para los precios, ingresando así al denominado «mercado climático».
Esto produjo que durante la semana, los operadores del mercado esperaran que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) realice un recorte en las estimaciones de stock en dicho país, algo que finalmente sucedió.
Oferta y demanda
En el informe sobre oferta y demanda mundial de granos (WASDE) publicado el viernes, la dependencia estadounidense redujo de 6,39 a 5,58 millones de toneladas la estimación de existencias finales, frente a 5,93 millones calculados en promedio por los privados.
Más allá de que ocurrió lo que predijo el mercado, lo que tendría que haber disparado una nueva suba, el resultado de la jornada del viernes fue una baja, por una toma de ganancias debido a que los precios actuales son muy altos.
La corredora de granos Granar dijo que el informe del USDA «se movió en línea con la expectativa del mercado para la campaña 21/22 estadounidense de soja, en cuanto a mayores exportaciones y menores stocks finales. Esto ya estaba incorporado en los precios».
En cuanto a la Argentina, el USDA elevó su estimación de cosecha de 42 a 43,40 millones de toneladas a poco de culminar la recolección.
Respecto al comercio exterior, mantuvo en 2,75 millones los despachos de poroto, incrementó de 28 a 28,20 millones la exportación de harina, y redujo de 5,60 a 5,53 millones la venta externa de aceite.
Los buenos precios internacionales, conjugados con otros factores como lo son la suba de costos y la casi nula posibilidad de que se establezcan límites para la exportación del complejo sojero, podría llevar a que la siembra de la oleaginosa recupere parte del terreno perdido en los últimos años en el país.
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en la próxima campaña de granos gruesos 2022/23, podría «romperse» la tendencia de retroceso en el área de soja, debido a que las gramíneas podrían recortar su superficie, por lo menos en la región núcleo.
«En principio, las gramíneas este año aparecen cediendo área, rompiendo la tendencia de los últimos 7 años. El área de maíz temprano podría ceder de un 5% a un 10% en la región núcleo», indicó el informe.
Los ingenieros de la entidad explicaron que «los productores que quedaron malparados por la sequía en la cosecha gruesa tienen un gran temor a gastar en gramíneas, ya que hay que invertir en fertilizantes y semilla. También se suma la incertidumbre por las políticas gubernamentales y la posibilidad de una tercera Niña. Es demasiado el riesgo».
Por eso la estrategia pensada por los productores, según la BCR, es «refugiarse en la soja de primera: el aumento estimado de siembra sería de un 9% respecto al 2021».7